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Lavaudant reivindica un teatro de la paz en su montaje futurista 'Fanfares'

El director acude con el Odéon de París al Festival de Otoño

El francés Georges Lavaudant, director del Odéon-Théâtre de l'Europe, de París, estrena hoy en España su último espectáculo, Fanfares (Fanfarrias), dentro del Festival de Otoño. Fanfares es el último poema soñado por Lavaudant, que mezcla ruidos extraños, coreografías y textos de numerosos autores. Para el director, es un montaje sobre la felicidad, un teatro de la paz, como respuesta al teatro violento.

A Lavaudant le tocaba ahora hacer teatro experimental. El director acostumbra desde hace 20 años a alternar en sus trabajos un texto clásico del teatro universal (Chéjov, Brecht, Pirandello, Shakespeare...) con un trabajo de investigación teatral (Palazzo mental, Veracruz, Terra incógnita). En esta ocasión se ha situado en los más absolutos extremos. Lo último que hizo fue La Orestiada, de Esquilo, con la que visitó Barcelona y que le llevó a los orígenes del teatro occidental hace 2.400 años. Fanfares le ha situado en un teatro futurista con lenguajes y formas escénicas inexploradas."La pieza está llena de música", dice Lavaudant, quien ha introducido boleros y músicas populares en la obra. "Fanfares habla de la ausencia, del hastío, del aburrimiento, del vacío del mundo, pero no es un trabajo que hable del absurdo, ni es ideológico, es un espectáculo sobre la felicidad, un teatro para responder al teatro agresivo, de videoclip, violento, es un teatro de la paz y de pequeños instantes".

El director insiste en que con este montaje -que se representará en el Teatro de Madrid hasta el domingo- estamos en un teatro de sensaciones, en un país imaginario con aromas latinos: "He querido hacer un poema teatral con muy poco texto". Un texto grabado sobre el que se cruzan palabras de Jean Luc Godard, Pessoa, Kafka o Deleuze -escritores que marcan sus espectáculos- y cuyas palabras le importan más a Lavaudant por cómo se cuentan que por el contenido de las mismas.

El director del Odéon afirma haber realizado un trabajo con sonidos y luz muy sofisticado, en el que también hay coreografía de Jean Claude Gallota: "Es un montaje extraño, el espectador debe inventarse su propia historia o quedarse al margen; es una historia de sensaciones en la que me ha interesado fijar por encima de todo la emoción, está hecho de manera muy sencilla, casi volátil, sin ideas preconcebidas ni pretensiones intelectuales, aunque eso no quita que también me interesen otras cosas llenas de inteligencia y profundidad".

El director, que acude con una cierta asiduidad a España, volverá a colaborar con el Teatro Nacional de Cataluña con un montaje que estrenará en octubre de 2001 y cuyo título decidirá mañana durante una reunión convocada al respecto.

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