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Del Atlántico al Pacífico

Los premios de Tomatito son cosa de números quebrados. Recogió dos Grammy Latinos: uno por el disco Spain, junto a Michel Camilo, como mejor álbum de jazz latino, que fue el único que recayó, ex aequo, en dos discos -el otro es Tropicana nights, de Paquito D'Rivera-. En el apartado de mejor álbum flamenco, el guitarrista de Almería se llevó el galardón concedido al disco París 87, grabación de un concierto que dio junto a Camarón de la Isla ese año. Pero, pese a las fragmentaciones y divisiones, uno más uno son dos y Tomatito podrá, con toda justicia, hacer gala de dos premios Grammy a partir de ahora.Su timidez no le impidió demostrar que estaba ahí para dar la cara, y con la voz casi inaudible y una gran sonrisa fue capaz de agradecer ambos galardones. "No estamos acostumbrados a recibir premios en el flamenco", dijo después a la prensa, "pero es importante que se le premie para que se le conozca mejor en todo el mundo". Respecto al disco con Camilo, un proyecto mucho más personal, Tomatito se sintió más confiado al comentar que es bueno que el flamenco vaya al encuentro de otras músicas como el jazz y que esa ruta debe seguir adelante. La única actuación de música española cayó también sobre sus hombros y con ciertas limitaciones que impidieron una presentación a la altura que se requería.

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Mis niños de treinta años, de Miliki, ganó un Grammy Latino al mejor disco infantil. El célebre payaso de la tele fue acogido con muestras de afecto y reconocimiento entre la prensa latinoamericana. Una señal de que el título de su disco abarca no sólo a niños de más edad sino de muchos otros países de habla hispana.

Otro Grammy español fue el de mejor álbum clásico. Se lo llevó La Dolores, una obra de Tomás Breton recientemente recuperada a través de una grabación de la Fundación Autor, con Plácido Domingo, Tito Beltrán, Manuel Lanza, Elisabete Matos y la dirección de Antoni Ros Marbà.

El tenor español presentó también uno de los premios junto a la modelo Valeria Mazza, en un inglés pronunciado con rigor casi germánico. Más americanizados, los dos actores españoles de exportación, Antonio Banderas y Penélope Cruz, se cuidaron de dar un aire más suelto y alegre en la presentación que hicieron del primer premio de la noche. Rosario, por el contrario, se mostró algo más cortada, aun en español, quizá porque no tuvo suficiente tiempo para ensayar.

En general, tampoco es que la presencia española se dejara notar demasiado en los Grammy Latinos. No es que llegaran a Los Ángeles "con la boina arrugada entre las manos", como decía Hevia en la presentación en Madrid de los candidatos españoles a estos premios, pero se les sintió todavía algo ajenos a un mundo y a un universo cultural que, compartiendo el mismo idioma, aún no se asume como propio.

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