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Puerto: "Me preocupaba que el miedo a triunfar me ganase"

Toros nobles, toros grandes, toros con trapío y... toros de fuerza más bien justa. "Da pena ver a tan buenos mozos manejarse como críos. Y el caso es que mal alimentados no están", decía un aficionado del 2 mientras contemplaba desolado el espectáculo de cada día. Uno que tuvo la oportunidad de ver bien de cerca la corrida, el torero Víctor Puerto, daba certera aproximación al asunto: "Lo importante es que sean nobles. Sí, eran algo flojitos, pero lo que cuenta es la predisposición". Pues si eso es lo que importa, nobles fueron (los toros) y predisposición (del torero) no faltó.Se enfrentaba Puerto al quinto de la tarde y en los tendidos quedaba la impresión de las buenas maneras demostradas con su primero. "Lo importante es que esta corrida ha servido para reencontrarme con Madrid. Me hacía falta y estaba preparado para asumir la responsabilidad. Mi única preocupación era que el miedo a triunfar me ganase", comenta entre el estruendo de una habitación de hotel repleta de abrazos. "Como si hubiésemos hecho algo", dice con sorna el diestro en alusión a una espalda ya (pasada una hora de la corrida) dolorida de tanto golpe.

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Dos citas mayores

El torero, natural de Madrid, cumplía la primera de sus dos tardes en San Isidro. Dos citas mayores en las que Puerto se enfrentaba a la difícil tarea de recobrar un crédito perdido. "El público ha entendido que anunciarse con los guardiolas y los toros de Dolores Aguirre [será mañana] es serio. Desde el principio, así lo han interpretado", comenta.

"De frente, por detrás y con medio capote", dice para describir uno de los quites a su primer toro. "Con este toro", continúa, "ha habido destellos. He dejado ver al animal dándole distancia y los tendidos lo han agradecido. Media estocada, un descabello y la gente venga a aplaudir. Lo dicho, era el reencuentro".

El tan traído reencuentro llegaría, sin embargo, un poco más tarde. Fallaba, y mucho, con el estoque Víctor Puerto. Escuchaba la friolera de dos avisos y, para sorpresa de extraños (que no de propios), más aplausos. "Ya con los lances del principio han pasado cosas importantes. Luego, ha habido un momento que creo cumbre", dice sin el menor amago de pudor. "Cuando he recibido al toro con la muleta plegada...", y en los puntos suspensivos se van los aires limpios de la cumbre. Luego llegarían, los pinchazos, los avisos... "Si te tiras de verdad, con todas las ganas, puede pasar esto. Quizá la voluntad de hacerlo bien. No sé, el caso es que todo el año llevo matando bien".

De hecho, Puerto lleva la temporada lanzada. Hasta el momento, le contemplan 28 citas. Más que a nadie. "No me preocupan ni las cifras ni las estadísticas, pero también cuentan. Cuando era novillero, me pasó igual", recuerda y en la memoria se remonta a 1996. Ese año, con la alternativa de estreno, abrió la puerta grande.

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