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Europa se enfrenta en la Alianza al intento de EEUU de resucitar la "guerra de las galaxias"

Xavier Vidal-Folch

Los europeos se enfrentaron ayer a la iniciativa estadounidense de resucitar la guerra de las galaxias inventada por Ronald Reagan. Con gran delicadeza formal, los ministros de Defensa francés, alemán y británico plantearon ayer en la Alianza Atlántica que el sistema de Defensa Nacional con Misiles, la parte de aquel proyecto de Reagan ahora actualizado, que ya irritó a Moscú, puede conducir a una nueva escalada armamentista. A los europeos también les molesta que, si al final se realiza, su cobertura se limite al territorio norteamericano.

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El secretario de Defensa de EEUU, William Cohen, reiteró a sus aliados que la decisión final no se tomará antes de un año y tras nuevas consultas. Si se aprueba, el nuevo sistema se creará en dos fases: en la primera (hasta el 2005, aproximadamente) los misiles-antimisiles cubrirán sólo territorio norteamericano, desde una base en Alaska; después podrán ampliar su área, contando con bases en Noruega y el Reino Unido.La necesidad del sistema se justifica en la proliferación de países que disponen de misiles intercontinentales, capaces de destruir Washington o París. A media voz se señala a Corea del Norte, Irán e Irak como origen del peligro. Pero en voz queda se apunta a Rusia, lo que indirectamente se apunta en las conclusiones de la reunión ministerial al destacarse que los aliados "contemplan con preocupación que Rusia parece apostar cada vez más a las fuerzas nucleares para garantizar su seguridad". Cohen explicó a los aliados que en sus conversaciones con Moscú, el Gobierno ruso sigue oponiéndose a la iniciativa, pero él cree que acabará pidiendo su incorporación a la misma, porque los países peligrosos también podrían amenazar a la propia Rusia.

Los europeos no quedaron convencidos. Aunque con filigrana, exhibieron sus reticencias. El francés André Richard discrepó públicamente asegurando que "el coste financiero no queda justificado por la seguridad que aportaría". Dentro de la reunión, planteó la objeción clave, en forma de pregunta: "¿Cómo se limitaría la limitación?". Ocurre que el sistema antimisiles se pretende de carácter limitado, es decir, que no habrá un antimisil por cada misil existente en los arsenales de los eventuales adversarios. "Si la tecnología está disponible, la tentación de multiplicarla para aumentar la seguridad propia será inevitable", argumentaba un diplomático europeo. O sea, crecerá la tendencia a contrarrestar cada misil ruso con un antimisil norteamericano. Y eso provocará que los rusos aumenten también su arsenal de misiles, para sortear su anulación. Resultado: un reinicio de la escalada armamentista", carrera que "destruiría todos los esfuerzos realizados hechos en los últimos 20 años para reducir el armamento de destrucción masiva", como argumenta Francia.

El alemán Scharping y el británico Hoon secundaron a Richard. "De la misma manera que no debemos doblar esfuerzos, tampoco debemos desacoplarlos", dijo el español Eduardo Serra. Con ello aludía en sordina a que si Washington pide que la Identidad Europea de Defensa en construcción no repita las tareas de la Alianza, a los europeos les preocupa también quedar marginados de la cobertura que proporcione el nuevo sistema si se pone en marcha.

Los Diecinueve se reafirmaron en que tras la experiencia de Kosovo deben "reforzar las capacidades de las fuerzas militares aliadas, en particular la de los aliados europeos". Lo reclamó recientemente el exsecretario general, Javier Solana. Su sucesor, lord Robertson, reclama continuamente a los Gobiernos europeos que coordinen mejor sus industrias, aumenten los gastos militares y reconviertan sus Ejércitos. Ayer fue rotundísimo: "Lo que tenemos en este momento es un tigre de papel en términos militares europeos, y debemos convertirlo en fuerzas reales sobre el terreno", declaró a la BBC. Luego explicó que los países de la Unión Europea (UE) disponen de "dos millones de soldados sobre el papel, como quedó demostrado cuando resultó tan difícil movilizar un 2% del total, o sea 40.000, en Kosovo".

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En todo caso, la Alianza celebró los crecientes intentos de la UE para afirmar una política de Defensa propia -siempre que sea "compatible" con la OTAN, apuntó Cohen- y analizó la posibilidad de que sea el cuartel general del Eurocuerpo el que sustituya al cuartel alemán en el mando de la Kfor, la fuerza de estabilización en Kosovo.

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