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Nace la primera Gramática descriptiva y colectiva, otro hito lingüístico del español

Lázaro Carreter presenta en la Academia el trabajo de Ignacio Bosque y Violeta Demonte

Octubre de 1999 es ya un mes histórico para el español. Primero, el Diccionario de uso; luego, la Ortografía panhispánica; ayer, la Gramática descriptiva de la lengua española (Espasa). Otra obra ingente (tres volúmenes) y crucial por varias razones: su minucioso carácter descriptivo, que supera en mucho a anteriores trabajos; sus cuatro índices, que permiten saltar como en una rayuela en busca de las palabras de capítulo a capítulo, y, sobre todo, su carácter colectivo. Ignacio Bosque y Violeta Demonte han coordinado textos de 73 autores. Tras seis años de tajo, la hiperactiva Academia acogió ayer la presentación en sociedad de la obra. Fernando Lázaro Carreter afirmó que ahora, en filología, estamos "casi" como Europa.

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Fue un acto casi íntimo, lleno de camaradería y buen humor. Presentaron el director de la Academia, Víctor García de la Concha; el ex director Fernando Lázaro Carreter; los directores del proyecto, Violeta Demonte e Ignacio Bosque, y el editor de Espasa, Rafael Martínez. Enfrente, algunos académicos (pocos, entre ellos, Manuel Seco y Ángel Martín Municio), gente de la editorial como Silvia Martín, y Magdalena Mora representando a la Fundación Ortega y Gasset, pues ahí fue donde Bosque y Demonte situaron el cuartel general de esta Gramática.Allí, durante seis años, los dos filólogos se encargaron de dar "congruencia y homogeneidad" a los textos, suyos y de otros 71 lingüistas y gramáticos; de cuidar la sintaxis y la semántica; de vigilar los pronombres y los complementos; de reunir las preposiciones y los géneros; de explicar la morfología; de desintegrar la estructura del discurso en oraciones, todo ello con sus reglas y sus excepciones.

El resultado es una obra de referencia llena de referencias cruzadas; es decir, de consulta. Para especialistas y usuarios de la lengua de distinto tipo: psicolingüistas y comunicólogos, pero también para profesores y alumnos llanos. No es una obra normativa, es decir, no afirma lo que está bien o mal; ni teórica, porque no da doctrina: describe lo que hay, cómo funciona la lengua, cuáles son los métodos que ayudan a formar las frases, cuándo se mueven las tripas inconscientes del idioma, por qué varían los significados según el contexto.

Ejemplos

Es un trabajo científico exhaustivo: combina las teorías tradicionales con las últimas tendencias investigadoras (posestructuralistas), da ejemplos de textos y periódicos y está redactado de una forma accesible y homogénea. Funciona como un hipertexto lleno de subtextos y se puede leer de varias formas: como consulta, de una forma lineal o jugando con categorías y palabras, persiguiéndolas a través de distintos capítulos gracias a las flechas y números situados estratégicamente.

Los datos de la Gramática dan muchísimo de sí: 5.503 páginas, más de 6.000 referencias cruzadas y cuatro índices (de contenidos, de materias -5.400 entradas-, de voces -6.300- y de obras citadas -4.500-) que se estructuran en 78 capítulos, divididos a su vez en cinco partes: "Sintaxis básica de las clases de palabras" (del 1 al 23); "Las construcciones sintácticas fundamentales" (24 a 43); "Relaciones temporales, aspectuales y modales" (44 a 53); "Entre la oración y el discurso" (54 a 65), y "Morfología" (del 66 al 78). El precio de venta al público es de 19.950 pesetas.

Violeta Demonte, argentina de origen y catedrática de Lengua en la Universidad Autónoma de Madrid, e Ignacio Bosque, académico de la Lengua y catedrático de la misma epecialidad en la Complutense, tuvieron la idea que originó la obra en el verano de 1993. Querían seguir los ejemplos de las gramáticas colectivas italiana, inglesa y holandesa y reparar así la ausencia de gramáticas descriptivas y exhaustivas de lengua española, una disciplina cuya bibliografía había aumentado asombrosamente en los últimos años y que había sido tratada casi siempre a través de manuales hechos por una sola persona y, por tanto, incompletos.

La Academia, siendo director Lázaro Carreter -que fue profesor de ambos catedráticos en su etapa docente-, brindó su apoyo a la obra y le abrió un hueco en su colección Nebrija y Bello, que se inauguró en 1993 con la Gramática de Emilio Alarcos. El Ministerio de Cultura y el Instituto Universitario Ortega y Gasset prestaron ayuda logística y económica, y Demonte y Bosque se adentraron entonces en la inmensa selva de la gramática, una tarea que requería habilidad y paciencia y que hacía honor a aquella otra versión de la palabra que García Hortelano inmortalizó junto al adjetivo parda en una novela memorable.

Con dos o tres colaboradoras jóvenes que ayudaron en los índices, Bosque y Demonte se comunicaron con los otros 71 autores (españoles y latinoamericanos) vía correo electrónico. La filosofía que inspiraba a todos era la de localizar y explicar el mayor número posible de problemas concretos. Explicar, por ejemplo, por qué distintos tipos de verbos requieren distintos tipos de complementos, o por qué un adjetivo cobra significados diversos dependiendo de su posición en la oración.

Lázaro Carreter, autor del preámbulo, se mostró ayer cariñoso y agudo. Recordó que Demonte y Bosque aprendieron con él hasta que dejaron de aprender y empezaron a enseñarle. Dijo que la trascendencia de la obra será enorme, incluso para la Gramática, "normativa y anónima", de la Academia, y explicó que la gran aportación de estos volúmenes que nadie le había presentado ("me sorprende que sean azules") es que "registran los usos reales del español, el inventario y funcionamiento de sus categorías, estructuras y relaciones con el significado y los diversos factores de la comunicación".

Una sola y leve objeción flotaba ayer en el ambiente distendido de la Academia: la Gramática... no incluye las numerosas peculiaridades del español de América. Una carencia inobjetable, ya que, como dijo Lázaro, el español es "una larga partitura muy interpretada", dado que el texto de Bosque y Demonte sitúa un vasto territorio común y servirá de estímulo a los filólogos americanos para corregir, añadir o sugerir cosas nuevas.

Moderna, vanguardista, oportuna y necesaria

No faltaron los adjetivos elogiosos durante la presentación. Esta Gramática fin de siglo, se dijo, es moderna, vanguardista, oportuna y necesaria. Un buen eslogan editorial al que contribuyeron a partes iguales los presentadores y los autores al tratar de explicar la importancia de la obra.Los epítetos moderna y vanguardista los usó Lázaro Carreter al contar que la ciencia que alienta la obra no cae en los prejuicios de la gramática estructuralista, abstracta, "sino que entra a hablar de los significados, de los usos y las condiciones del habla". El maestro de filólogos se congratuló de que Demonte y Bosque, "figuras punteras de la investigación más vanguardista", hubieran emprendido, "como chiquillos, esta obra de adolescentes".

"Violeta goza de una preparación teórica envidiable y conoce como nadie la escuela estadounidense, que cambia y cambia de punto de vista sin parar", añadió Lázaro Carreter. "Y su complemento perfecto es Bosque, que ya desde que era estudiante se caracterizó por ser el más agudo descubridor de misterios y problemas de la lengua".

Y en cuanto a lo de oportuna y necesaria, fueron los propios autores los que lo dijeron, en una intervención sobresaliente por el riguroso uso alterno de la palabra, que demostró en directo lo mucho que compenetra a las personas la gramática.

Balances

Demonte dijo que era necesaria porque hacía falta una obra de consulta que abordara la gramática desde puntos de vista semánticos, sintácticos y pragmáticos, con estructuras más ricas y variadas de lo habitual. Bosque añadió que era oportuna porque muestra cómo es y cómo funciona la lengua estándar, porque trata los usos dialectales (el queísmo y el dequeísmo, laísmos, leísmos y loísmos tienen su sitio) y porque la lengua "no debía quedar al margen de los balances de este fin de siglo tan generoso en balances de todo tipo".

Víctor García de la Concha alabó la contribución excepcional que supone el trabajo de ambos y aprovechó para lanzar un aviso taurino y un achuchón de ánimo a la comisión de gramáticos de la Real Academia Española (Bosque es ponente y Lázaro es miembro), que sigue "activa, pero lenta": la tarea de consensuar con las academias de América y Filipinas la nueva edición, que será "panhispánica como la Ortografía".

El director de la casa confió, ante la cara de póquer de Lázaro Carreter, en que en un par de meses quizá estarán listos los tres primeros capítulos de una obra cuyo esbozo y actualización se emprendió hacia el año 1970.

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