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Entrevista:

"La Europa de hoy recuerda el siglo IX"

Guillermo Altares

El periodista estadounidense Robert D. Kaplan no se considera, ni mucho menos, un visionario, pero lleva unos cuantos años dando en el clavo. Sus libros Fantasmas balcánicos y Viaje a los confines de la tierra, en los que mezcla el periodismo con la literatura de viajes y la historia, vendieron cientos de miles de ejemplares en EEUU (una repercusión que llegó hasta la Casa Blanca, ya que el suyo fue el primer libro que Clinton leyó sobre la crisis en la antigua Yugoslavia). La clave está en que habló antes que nadie de lugares que, al poco tiempo, pasaron a ocupar las primeras páginas de la prensa mundial, y también en que Kaplan no es un escritor que tenga la costumbre de meter debajo de la alfombra los problemas que descubre. En su último libro, Viaje al futuro del imperio. La transformación de Norteamérica en el siglo XXI, también publicado en España en la colección Grandes Viajeros de Ediciones B, ha decidido centrarse en su propio país, casi con la mirada de un extranjero, ya que, a sus 48 años, ha pasado dos décadas como corresponsal en el extranjero y otra viajando por todo el mundo, primero como freelance y posteriormente como enviado de The Atlantic Monthly. Entre los muchos temas que Kaplan pone sobre la mesa en esta extensa obra, para cuya redacción recorrió una parte de México, el sur y el oeste de EEUU, con un salto a Canadá, está la pérdida de poder por parte del Estado federal frente a gigantescas megalópolis. "Es un proceso gradual, que se prolongará a lo largo de décadas. Pero es evidente que se está produciendo un debilitamiento de las capitales federales frente a las grandes metrópolis, que son auténticos estados en miniatura, con su propia economía, su propia política comercial", aseguró Kaplan en una entrevista realizada ayer en Madrid, adonde viajó para presentar su libro. Y este proceso tendrá también su reflejo en Europa. "El crecimiento de la Unión Europea, de la burocracia, el lanzamiento del euro, forma parte de la globalización. Aquí también el Estado nación está perdiendo mucha fuerza. En Europa están emergiendo pequeñas regiones dentro de los países, cuyo poder aumenta. La descentralización de España es un ejemplo muy claro. La Europa actual cada vez se parece más al mapa del siglo IX. Si miras un mapa de la época de Carlomagno, ves una sección al noroeste de ciudades prósperas, poderosas y ricas, que se llaman La Haya, Bruselas, Maastricht, Estrasburgo, que son las ciudades que actualmente tienen el poder".

Uno de los temas que Kaplan trata más ampliamente en su Viaje al futuro del imperio es la frontera, los miles de kilómetros que separan y unen México y Estados Unidos, un territorio que es el crisol donde se funden muchos de los problemas que padece la nación más poderosa de la tierra (el tráfico de drogas, la emigración ilegal, la economía sumergida). "En el futuro de EEUU, México es un factor fundamental. La población de México está creciendo de forma mucho más rápida que la estadounidense. Además, es mucho más joven, con lo que van a contar cada vez con más personas que emigrarán al Norte para trabajar". En cuanto al tráfico de drogas, Kaplan no tiene pelos en la lengua. "No hay un tema más delicado en EEUU que las drogas: nadie quiere hablar de ello. En Washington, todo el mundo está en contra de las drogas, pero ése no es el problema. La economía de las drogas es algo enorme. Tratar este problema sólo como algo ilegal es equivocarse totalmente. Las drogas simbolizan la parte más exitosa del libre comercio en Norteamérica al final del siglo XX. El tráfico es una de las economías más fuertes de Norteamérica. Las drogas son también un ejemplo del éxito del capitalismo. No todas las formas de capitalismo tienen que ser buenas. Es un mercado totalmente libre. Y hay muchas ciudades en el sur de EEUU que viven en parte gracias al dinero líquido procedente de la droga. Viene gente con mucho dinero que gasta en esas ciudades, contribuyendo así a la economía del país".

Otro de los temas que surgen inevitablemente cuando se habla del futuro de Estados Unidos es la convivencia entre las cada vez más numerosas etnias que habitan en ese territorio. Sin embargo, en ese terreno, Kaplan se muestra optimista. "Lo que hace que los problemas étnicos en EEUU sean menos importantes que, por ejemplo, en los Balcanes es que la etnicidad no va unida al territorio. Todos los mexicanos no viven en el mismo lugar, ni los judíos o los católicos. Están repartidos por territorios muy diversos. Salvo en el caso de los indios, que sí tienen su propio territorio. Y eso no va a desestabilizar el país porque representan sólo un 1% de la población". Como el resto de sus libros, este último está basado en un largo trabajo sobre el terreno, mezclado con un profundo conocimiento de la historia. Al principio de Fantasmas balcánicos hay una cita de la escritora británica Rebecca West que resume su concepción del periodismo: "Vine a Yugoslavia a ver lo que la Historia significa en carne y en sangre". "El periodismo debería seguir esta consigna. Porque el mejor periodismo es escribir historia instantánea. Un periodista tiene que asumir que muchas cosas han pasado antes de su llegada a un lugar, tiene que saber que lo que escribe es sólo un capítulo de una historia mucho más amplia. Conocer los primeros capítulos hace que tenga mucha más profundidad. Desgraciadamente, ahora hay mucho periodismo que no tiene en cuenta la Historia".

Aquel libro, escrito a finales de los ochenta y principios de los noventa, lo convirtió en uno de los periodistas más famosos de su país, pero también le dio quebraderos de cabeza. El actual embajador de EEUU en la ONU y antiguo mediador para los Balcanes, Richard Hoolbroke, lo acusó de haber influido de forma decisiva en la pasividad americana frente a la crisis yugoslava. "Tuve que sacar una nueva edición para explicar todo ese lío. Éste es un libro que habla muy poco de Bosnia. En 1993, cuando Clinton llegó a la presidencia, no sabía nada de política exterior y menos de los Balcanes. Alguien le dijo que leyese este libro y lo hizo. Es verdad que da una impresión bastante pesimista, y Clinton llegó a la conclusión de que no había nada que hacer allí, que nadie podría parar los odios. Es un lugar con tantos problemas que no podemos hacer nada, pensó. Un presidente más maduro en asuntos exteriores no hubiese llegado a esta conclusión, porque en los lugares sin problemas no se interviene. Clinton al principio de su presidencia era inmaduro, había pasado su vida adulta preocupado por la imperfección de la sociedad estadounidense".

Kaplan asegura que no tiene ninguna fórmula mágica para llegar el primero a los lugares que luego van a ocupar los titulares. Pero no falla: la pasada primavera estuvo en el Cáucaso, porque está preparando un nuevo libro sobre el Gran Oriente Medio. "El periodismo siempre se está moviendo. Hoy es Timor, mañana será otro sitio. Cuando estuve en el Cáucaso, todo el mundo hablaba de que Daguestán iba a estallar; pero los rusos no habían empezado a bombardear. Para ver el futuro hay que olvidarse de los titulares, porque lo que está en los titulares es lo que ya ha pasado. Para descubrir lo que serán los titulares dentro de seis meses hay que ir a lugares donde nada está pasando, pero en los que están coincidiendo muchos factores cruciales. Si lo único que se hace es perseguir los titulares, siempre se estará detrás de la noticia".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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