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Entrevista:

"La música antigua ya ha dejado de ser un repertorio marginal"

Luis Gago

Tras 18 años como director artístico o, desde 1995, como programador, Jan Nuchelmans abandona el Festival de Utrecht, que él mismo fundó en 1982. Lo hace tras recibir la pasada semana una de las máximas distinciones holandesas, la de oficial de la orden de Orange-Nassau. Director del departamento de música antigua del Conservatorio Superior de París y profesor de Historia de la Música en Amsterdam, Nuchelmans es un conocedor de primera mano del panorama internacional de la música antigua durante las dos últimas décadas."En 1982", afirma, "no había mucha música antigua en Utrecht. Habíamos creado un ciclo de conciertos, pero un año decidimos agruparlos todos en un solo fin de semana, que fue una especie de edición cero del festival. Allí estaba ya el núcleo de todo, y atrajo a mucho más público que los conciertos sueltos, a los que a veces iban sólo 30 o 40 personas. En la primera edición, con conciertos o conferencias desde las diez de la mañana hasta la una o las dos de la madrugada, el festival atrajo nada menos que a 25.000 oyentes, una cifra que no dejó de crecer año tras año". Ahora, sin embargo, el festival quiere avanzar en una dirección diferente de la que él desearía, y ha decidido emprender lo que considera una retirada a tiempo.

Preguntado sobre el motivo de que Holanda haya desempeñado un papel tan trascendental en las nuevas corrientes interpretativas de la música antigua, Nuchelmans lo atribuye simplemente a la casualidad, "al hecho de que coincidieran en el mismo país tres personalidades como Gustav Leonhardt, Anner Bylsma o Frans Brüggen, por citar sólo tres nombres fundamentales. La radio también reconoció desde muy pronto la importancia de esta música, y hay programas muy influyentes que llevan ya décadas en antena". En la conversación asoma también la tradicional tolerancia y la mentalidad tan abierta de los holandeses: "Empezaron a programarse enseguida conciertos con los nuevos grupos. Esto daba confianza y posibilidades de subsistir a los músicos en una época mucho más difícil que la actual. Entonces, cuando decías que tocabas el violín barroco, la gente se burlaba de ti y te decía: "¿Violín barroco? Ah, claro, es que no puedes tocar el concierto de Brahms". Ésa era la situación. Yo, en cambio, cuando oí tocar Haydn a Jaap Schröder por primera vez aquí en Utrecht en los años setenta, pensé: "¡Qué maravilla! ¿Por qué no hay nadie que toque Haydn así?".

Aunque las cosas han cambiado, y a pesar de definir a Holanda como una especie de Eldorado para la música antigua, cree que aún no se ha avanzado lo suficiente, "porque hay gente que la tiene por un repertorio secundario y está mal atendido por la prensa o los críticos".

Buen conocedor de la vida musical española, se muestra convencido de que también España acabará incorporándose con fuerza al movimiento. "Francia llegó mucho más tarde que Holanda, pero han hecho en 10 años lo que a nosotros nos costó 30. Hizo falta, claro, un gran apoyo estatal, muchísimo dinero, subvenciones, instituciones. Espero que el viento de la renovación siga soplando, que cambie de dirección y que cruce también los Pirineos".

Su receta no puede ser más clara: "Lo primero que habría que hacer es crear un gran departamento de música antigua en alguna ciudad importante y bien comunicada, para que por lo menos exista la posibilidad de estudiarla, lo que no es aún el caso en los conservatorios españoles. Aunque ése sería sólo el vértice de la pirámide, que habría que arropar adecuadamente. Pero he visto montones de estudiantes españoles en La Haya, en París, y noto que algo ya está pasando, pero faltan los canales necesarios para que tome cuerpo. La música antigua ya no es un niño pequeño o un repertorio marginal. Estoy seguro de que si el Gobierno español decide dar dinero a la música antigua, y lo hace de un modo generoso, el desarrollo será enorme y muy rápido. El público y los patrocinadores privados acudirían inmediatamente".

En el final de un largo viaje, Nuchelmans recuerda con especial afecto el festival de 1993, con una fuerte presencia de la música de Monteverdi. Entre los grupos, la Orquesta Barroca de Freiburg, Al Ayre Español, Sequentia, Concerto Italiano, el Gabrieli Consort o Pomerium, "muchos de los cuales iniciaron aquí realmente su carrera internacional. Si el festival los ayudó, me alegro por ello". Aunque seguirá en su puesto en París y es asesor de varios festivales europeos, Nuchelmans sólo piensa en crear un nuevo festival. "No hay ningún trabajo mejor que poder mostrar y compartir con otros lo que a ti más te gusta", concluye.

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Sobre la firma

Luis Gago
Luis Gago (Madrid, 1961) es crítico de música clásica de EL PAÍS. Con formación jurídica y musical, se decantó profesionalmente por la segunda. Además de tocarla, escribe, traduce y habla sobre música, intentando entenderla y ayudar a entenderla. Sus cuatro bes son Bach, Beethoven, Brahms y Britten, pero le gusta recorrer y agotar todo el alfabeto.

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