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47º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

El honor de los Huston

Anjelica Huston recibe de la mano del escritor Terenci Moix el Premio Donostia

Elsa Fernández-Santos

En el brazo izquierdo lleva más de treinta pulseras doradas que tintinean anunciando su llegada. En el derecho, un rosario budista marca el silencio. Anjelica Huston (Los Ángeles, 1952) recibió anoche el tercer Premio Donostia de esta edición del Festival de San Sebastián. Se lo entregó el escritor Terenci Moix, que llegó a la ciudad con un regalo debajo del brazo para la actriz: un álbum de fotos, algunas inéditas, de John Huston, su padre.De él la actriz ha heredado no sólo el tamaño, sino el dibujo del esqueleto. Su espalda grande y huesuda recuerda a la del director de El tesoro de Sierra Madre, un hombre con el que la actriz se reconcilia cada vez más con los años. "Creo que según nos acercamos a la vejez necesitamos acercarnos a lo que somos. Y yo cada vez me acerco más a mi padre. El peso de haber sido su hija, si es que alguna vez fue un verdadero peso, nunca llegó a ser terrible para mí. Fue mucho peor para mi hermano. Pero a lo largo del camino, el orgullo de ser hijos de nuestro padre nos hizo superar el resto de los problemas".

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Anjelica Huston nació mientras su padre rodaba La reina de África. Cuando aún no había cumplido los cinco años, toda la familia se trasladó a Irlanda. La actriz (que junto a su hermano logró financiar lo que sería el testamento cinematográfico de su padre, Los muertos) recuerda que las relaciones con John Huston ("mi padre era uno de esos hombres más grandes que la vida misma") pasaron por muchas épocas tormentosas. Le temía, le amaba y le fascinaba, como fascinaba "a todo el mundo" con su fuerte personalidad y su gigantesca altura. "Nunca quiso que yo fuera una niña del cine y me apartó desde siempre de su medio. Luego, cuando entendió que no podía frenar mi pasión por el cine, intentó ayudarme, y eso fue todavía peor. Bueno, es que yo fui una rebelde", afirma riéndose.

Entereza

Anjelica Huston tiene en sus ojos irónicos algo de su divertida Morticia Adams (uno de sus personajes más populares), y también algo de la Maerose le Vali de El honor de los Prizzi, la película que en 1985, bajo las órdenes de su progenitor y junto al que fuera su compañero, el actor Jack Nicholson, le supuso un Oscar de Hollywood.

Anoche, en la entrega del Premio Donostia, el fantasma de John Huston entró en el Kursaal de la mano de su hija rebelde: "Crecí deseando ser actriz, inmersa en la pasión de mi padre por el cine, por la vida y su necesidad de buscar explicaciones a los comportamientos humanos". La actriz recordó cómo su primer paso en el cine, a los 17 años, en la película de John Huston Paseo por el amor y la muerte la enfrentó con un mundo para el que todavía no tenía suficiente entereza. Y recordó cómo fue, otra vez, su padre quien le delvolvió la fe en sí misma 19 años después, con El honor de los Prizzi. Terenci Moix, al lado de la actriz, le agradeció hacer real su mundo de sueños. "Ella pertenece a ese grupo de mujeres que me han fascinado siempre por su capacidad fabuladora, que con su voz de hechizo me han hecho sentir su único confidente".

Modelo antes que actriz y ahora directora, Huston ha presentado en este festival su segunda película, Agnes Browne, que anoche se proyectó en la sección paralela del festival, Zabaltegi. La historia de una viuda con siete hijos, vendedora de frutas en un mercado de Irlanda, que sale adelante como puede y que sueña con conocer a Tom Jones (el hombre cuyas canciones la hacen bailar en ropa interior, sola en casa) centran un filme que fluye entre la comedia y el drama.

La actriz afirma que también ha protagonizado el filme porque fue la única manera de encontrar financiación. "Había pensado para el papel principal en otra actriz, yo no quería estar a la vez delante y detrás de la cámara, pero ella dejó el proyecto cuando estábamos en la preproducción. Así que o tomaba yo su relevo o no se hacía la película".

"Cuando realicé mi primera película [la historia de una niña violada por su padrastro que el magnate de la televisión Ted Turner y su mujer Jane Fonda intentaron, sin éxito, censurar] pensaba en mi padre, pero en esta ocasión ha sido el recuerdo de mi madre el más presente. La naturaleza de mi primera película era muy dura, porque era una historia muy cruda y no permitía un tratamiento ligero y agradable. Esa naturaleza existe en mí, pero no es la única, por eso me pareció importante mostrar otro registro, más dulce. Cada vez tengo menos claro que lo más duro sea necesariamente lo mejor. Debe haber sitio para películas sobre el amor, la esperanza y la redención. Por eso busqué una historia que me permitiera mirar con amor y humor".

Huston asegura que es una mujer fuerte "porque tengo que serlo, no me queda otra alternativa", y, mirando a las tres periodistas mujeres que tiene delante, pregunta: "¿Es que vosotras tenéis otra?". La actriz y directora es de esas estrellas que no se queda en el hotel, que pasea por la ciudad, que cena en los restaurantes conocidos y en los menos conocidos, que se apunta a las fiestas y que afirma que el tiempo juega a su favor. No le importa hablar de su infancia y por eso comparte sus recuerdos: "De niña vi poco a mi padre. Pasé la infancia viendo sus películas mientras él estaba fuera. El cine más cercano a mi casa de Irlanda estaba a una hora y media de camino, así que me quedaba casi siempre en el sofá, viendo hasta 400 veces las mismas películas, las de mi padre. Aprendí mucho de él, como persona y como hija, y su presencia sigue siendo un gran reto y desafío para mí. Lo que me enseñó sigue presente".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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