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FERIA DE SALAMANCA

Triunfal alternativa de Juan Diego

Esperanzadora alternativa la de Juan Diego venida de la noche a la mañana para sustituir con ella la segunda tarde que tenía en Salamanca El Juli. Todo un compromiso. Para quitar el sueño. Que a un torero que no ha actuado apenas este año le digan de buenas a primeras si quiere hacerse matador de toros en su tierra es para que se le pegue al más pintado la lengua al paladar.

Juan Diego, que ése es el hombre, dijo: "P"alante", y así se mantuvo en tarde de tanto compromiso para él. Si tuvo nervios se los aguantó sobreponiéndose a la natural tensión de la efemérides. La ocasión la pintaban calva y no está el panorama para andar con remilgos y medias tintas. Tiró de lo que tira generalmente: de buen gusto, de plasticidad y de inspiración, si para ello daba, que sí dio, porque cuando uno pone cuanto tiene y posee buenas maneras, todo acaba discurriendo con sorprendente fluidez.

Varias / Litri, Ponce, Diego

Un toro de Hermanos Gutiérrez Lorenzo, 6º, con fijeza. Tres de Carmen Lorenzo: 1º, blando y noble; 2º, manejable, y 5º, noble y blando. Dos de Herederos de Martínez Elizondo: 3º, alegre y repetidor; 4º, mirón y sin entrega. Litri: dos pinchazos, media tendida y descabello (ovación y saludos); pinchazo, estocada desprendida -aviso- y tres descabellos (aplausos y saludos). Enrique Ponce: estocada (dos orejas); dos pinchazos, media desprendida -aviso con retraso- y descabello (ovación y saludos). Juan Diego: pinchazo y estocada (oreja); estocada desprendida (dos orejas); salió a hombros, junto a Enrique Ponce. Plaza de La Glorieta, 15 de septiembre. 4ª corrida de feria. Lleno.

No tendrá, ésa es la pena, el cartel anunciador de su alternativa. Pero hoy todos los periódicos de Salamanca le sacarán en volandas, y esas páginas constituirán para él, indudablemente, la prueba de que no sonó la flauta por casualidad; la constancia de que su responsable y torera decisión acabaron poniendo en sus manos un triunfo que ojalá le sirva para encauzar su carrera como su buen corte de torero merece. Litri cumplió una vez más con su cometido, con arreglo a su leal saber y entender; dando la sensación de que el toreo es su trabajo, pero no regateando nada de cuanto sus posibilidades sugiere. Lo que pasa es que, en su afán de cortar una oreja, se llega a poner pesadito.

Decía al toro a gritos "¡Vámonos!", y alentábamos una esperanza, aunque, a las pruebas me remito, no pasaba de ser una muletilla muy extendida. Alguna vez deberían los toreros poner en práctica cuanto dicen, y en el caso del "¡vámonos!", hacerlo. Ponce anduvo sobrado y fácil con su primero, pasándoselo con limpieza; tanta, que ni gota de sangre le ensució las medias. En el quinto, muy protestado por cojo, o bien se le pasó la cojera, o su habilidad logró disimularla a lo largo de una interminable, pesada, monótona faena que hubiera firmado sin ningún escrúpulo el Litri.

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