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Los arquitectos de El Prado han dado con la supuesta grieta de la gotera

El material impermeable está siendo sometido en un laboratorio a pruebas de resistencia

Francisco Peregil

Al mediodía del jueves, los arquitectos encargados de la reforma de El Prado, Dionisio Hernández Gil y Rafael Olalquiaga, atisbaron la primera luz sobre el origen de la gotera que apareció el martes a dos metros de Los borrachos, de Velázquez. Tras simular con diversas corrientes la misma tormenta de agua y granizo que cayó sobre Madrid el lunes por la tarde, los arquitectos esperaron toda una noche, y al día siguiente encontraron unas burbujas sobre el canalón de 30 centímetros de profundidad que atraviesa el tejado de la galería afectada.

"Eran muy pequeñas las burbujas, lo cual induce a pensar que la fisura apenas sería perceptible a la vista. No obstante, aún no sabemos el punto exacto en que se encuentra", señala Olalquiaga.La cubierta, que lleva en primer lugar una base de chapa y hormigón, después una impermeabilización de un producto llamado gelcoat, después una capa de material aislante, y al final, las láminas de plomo, parece haber sucumbido a la lluvia torrencial con el gelcoat, una especie de plástico impermeabilizador, que se usa desde hace unos 20 años.

Una empresa especializada ha tomado distintas muestras de este material sobre la zona afectada para someterlo a pruebas de temperatura y dilatación. Para las labores de investigación en la obra se ha acotado una zona de seis metros de largo por tres de ancho, encima de la sala de Los borrachos, que mide unos diez metros por treinta.

Los arquitectos han dado de plazo una semana a esta empresa para que emita sus informes. Hasta entonces, los arquitectos prefieren no pronunciarse sobre la causa que provocó la gotera.

"Las causas han podido ser muchas", precisa Rafael Olalquiaga, "desde un pequeño descuido del obrero (aunque yo respeto mucho a todos los operarios, porque trabajan en unas condiciones infrahumanas), hasta un defecto en la calidad de los materiales, aunque todos se han sometido a controles de calidad. Dése cuenta de que los primeros sorprendidos por lo que ha pasado hemos sido nosotros".

Cuando se le recuerda a Olalquiaga que un director de El Prado, Felipe Vicente Garín, dimitió tras descubrirse una gotera en el museo, Olalquiaga dice: "Nunca se sabrá si ese hombre dimitió por eso o aquello fue simplemente la gota que colmó el vaso. De todas formas, El Prado de ahora no tiene nada que ver con el de entonces. Antes, los 110 metros de largo por 100 de ancho que mide la cubierta (más que un campo de fútbol), estaban construidos con diez materiales; había desde tejas hasta policarbonato, baldosín, zinc, plomo, hormigón translúcido... Ahora sólo hay un material: el plomo. Y la mejora en dos años y medio de trabajo es notable".

Ricardo Aroca, catedrático de Estructura de la Escuela de Arquitectura de Madrid, advierte de que con materiales como el gelcoat, las esquinas, los bordes y los remates siempre producen dificultades. "El acabado de este tipo de cubiertas depende mucho del colocador", agrega Aroca. "Yo creo que los dos arquitectos son muy responsables y que la tormenta del martes fue muy atípica. Los granizos pudieron obstruir algún bajante. Y menos mal que ha ocurrido ahora, cuando aún está la constructora ahí. Porque ellas son las que en estos casos tienen que responder con sus seguros, a menos que se demuestre un error flagrante de diseño, cosa improbable y en cuyo caso respondería el seguro de los arquitectos".

Ricardo Aroca recuerda que el Guggenheim "estaba como un colador" justo antes de que lo inauguraran: "Había unas medidas de seguridad impresionantes y yo me conseguí para verlo una credencial, que aún conservo, ¡como arreglador de goteras! Los arregladores campaban a sus anchas. Aquel día no estaba lloviendo, pero la humedad se veía muchísimo. Y sólo quedaba taparlas con silicona y rezar".

El arquitecto Óscar Tusquets cree que es escandaloso el uso electoral que se está haciendo de de un "pequeño incidente técnico": "Me acuerdo de que la primera vez que visité la mediateca que hizo en Nimês Norman Foster sacaban cubos de agua por las goteras. Y yo no diría que Foster es un mal arquitecto". Olalquiaga asegura que la zona afectada se encuentra igual que el día de la tormenta. Y si cae una igual, según él, no ocurriría nada. "Hay un equipo de vigilancia permanente de cuatro personas. Bastaría pasar una balleta por el encamonado o falso techo".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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