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Madrid se reencuentra con Eduardo Vicente, un pintor olvidado

La exposición incluye sus obras de la guerra

"Es el reencuentro con un pintor injustamente olvidado", afirma la historiadora del arte Natacha Seseña, que ha reunido 125 obras -óleos, acuarelas, dibujos, carteles y libros ilustrados- de Eduardo Vicente (Madrid, 1909-1968) en una exposición inaugurada ayer en el Museo Municipal de Madrid (Fuencarral, 78). La muestra incluye las pinturas y dibujos de la guerra civil que estuvieron al lado del Guernica en el pabellón español de la Exposición de París de 1937.

La guerra es uno de los nueve apartados en que se ha dividido el montaje de la exposición de Eduardo Vicente, hermano del pintor Esteban Vicente (Turégano, Segovia, 1903), que, al no poder desplazarse desde Nueva York, ha manifestado en un telegrama el orgullo y el honor que constituye para la familia la antológica del Museo Municipal.Los cinco cuadros y los dibujos que se presentaron en el pabellón de España en la Exposición Internacional de París de 1937 se han mantenido almacenados hasta hace un año en el Museo Nacional de Arte de Cataluña y se han visto en contadas ocasiones, como en la exposición que preparó Josefina Alix en el Museo Reina Sofía sobre el pabellón español. En el montaje han colaborado la familia del pintor y 25 instituciones y particulares.

Durante la II República, Eduardo Vicente participa en las misiones pedagógicas con el Museo Ambulante, que recorre los pueblos de Castilla con copias de obras maestras del arte español. Estuvo muy vinculado con la Institución Libre de Enseñanza, amigo de Juan Ramón Jiménez, Diego, Salinas, D"Ors, Ortega y Gasset y Flores, ilustrador en revistas como El Mono Azul y Nueva Cultura y autor de carteles.

Testimonio

"Es un reencuentro y una sorpresa", dice Natacha Seseña, comisaria de la muestra. "Es un pintor muy dúctil, de una facilidad portentosa para el dibujo y una gran finura cromática. Lo que más le gustaba era observar y mirar a la gente, en los barrios de Madrid o de Nueva York. Recoge un Madrid de la posguerra y los años cincuenta que ha desaparecido, con unos paisajes tristes, llenos de frío, en las afueras, donde al final sólo había un árbol. En este sentido es testimonial y refleja una labor de etnógrafo". Lo que más ha impresionado a Natacha Seseña son las obras sobre la guerra civil. "Me ha recordado a Capa y a Goya. Las imágenes de estos días sobre Kosovo no tienen el temblor de la mano del artista". En otros apartados se han reunido obras sobre Madrid y sus gentes, mujeres, paisajes, toros, retratos y fotos sobre sus murales. "Nunca fue vanguardista. Fue un renovador, vinculado a la Escuela de Madrid. Con su hermano Vicente hay un desencuentro entre ellos de carácter artístico, no personal. Esteban da un salto a lo abstracto y participa de la Escuela de Nueva York. Coincidieron en esta ciudad cuando Eduardo consiguió una beca en 1948, junto con Sáenz de Oiza, pero después tuvo que regresar a España".

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