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Nuevo método para detectar la enfermedad de las "vacas locas"

El análisis de las amígdalas permitirá estudiar la encefalopatía

Isabel Ferrer

Científicos británicos han hallado una forma de detectar en humanos la enfermedad de las vacas locas, o nueva variante del mal de Creutzfeldt-Jakob (C-J), usando tejidos de las amígdalas, el apéndice y el bazo. El prión, la proteína causante de la dolencia, aparece allí de forma clara. Dado que este agente infeccioso no es destruido por las altas temperaturas, los expertos temen que el instrumental empleado en ciertas operaciones sea fuente de contagio. En tal caso, habría que destruir ese material.

El Ministerio de Sanidad ha anunciado que efectuará análisis de los órganos conservados por los hospitales nacionales para estimar cuántas personas podrían estar incubando en el Reino Unido ese tipo de encefalopatía espongiforme. Hasta la fecha, 35 británicos han fallecido aquejados de la nueva variante de C-J, atribuida al consumo de carne de res contaminada. Dado que esta enfermedad neurológica tiene un largo período de incubación (muchas encefalopatías superan los 20 años), Sanidad quiere saber si se trata de los primeros balbuceos de una posible epidemia de grandes proporciones. John Collinge, neurólogo del Imperial College of Medicine de Londres y principal responsable del nuevo sistema de detección, recogido ayer en la revista The Lancet, ha subrayado que el riesgo de infección quirúrgica es teórico. "Sin embargo, valdría la pena que los cirujanos emplearan algunos instrumentos desechables a partir de ahora". De su trabajo se deduce que la proteína está presente, y en grandes cantidades, en todos los tejidos examinados. La encefalopatía espongiforme invade primero órganos como las amígdalas o el bazo para llegar luego al cerebro. Hasta que Collinge perfeccionó su método, sólo podía efectuarse un diagnóstico claro una vez fallecido el paciente. Durante la autopsia pueden verse los agujeros cerebrales formados por la enfermedad y que le dan el característico aspecto de esponja al que debe su nombre. El propio neurólogo ha señalado que su prueba puede hallar la proteína infecciosa siempre que ésta corresponda a la nueva variante de C-J. La encefalopatía del mismo nombre que nada tiene que ver con la carne de vacuno no aparece, por ejemplo, al estudiar las amígdalas. Considerada una enfermedad poco frecuente, esta última afecta a una persona entre un millón y aparece pasados los 60 años. La nueva variante, por el contrario, ha atacado sobre todo a jóvenes y adolescentes. Los adultos más veteranos afectados no pasaban de la cuarentena.Pruebas anónimas

Para tranquilizar a la población, el Gobierno británico subrayó ayer que los análisis de tejidos no equivalen a un diagnóstico a escala nacional. "Sólo queremos elaborar una estadística fiable sobre la posible incidencia de la nueva variante del mal. Las pruebas tendrán carácter anónimo y nadie será por lo tanto informado", dijo Liam Donaldson, representante médico oficial. Donaldson recordó que, desde 1988, el instrumental quirúrgico utilizado con cualquier paciente que muestre síntomas de la nueva variante de la encefalopatía "es destruido de forma automática". El Centro de Seguimiento de la Enfermedad de las Vacas Locas en Edimburgo, organismo asesor del Gobierno, estudia a su vez la incidencia de la misma en el material genético humano. Los 35 muertos compartían ciertas características en su ADN que tal vez les hicieron más propensos a desarrollarla. Si otra configuración genética resulta en periodos de incubación más largos de los vistos hasta ahora, el centro no descarta que pueda llegar a haber muchos más casos. Aunque tarde, para las familias de las víctimas los nuevos hallazgos son bienvenidos. Los padres de Clare Tomkins, muerta en 1998 a los 25 años, han animado a los científicos a que sigan averiguando más cosas de una enfermedad que no le desean a nadie. Su relato y el del resto de los parientes de los 35 muertos registrados compone una parte esencial de la investigación llevada a cabo sobre la crisis misma de las vacas locas. Sus conclusiones están previstas para este mismo año de no alargarse la presentación de pruebas o las declaraciones de los testigos. Entre estos últimos figuran varios ministros de la etapa conservadora así como inspectores sanitarios y jefes médicos, algunos ya jubilados.

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