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Una mercancía delicada

Javier Sampedro

El objeto que va a trasladarse a Estados Unidos contenía inicialmente 130 gramos de uranio "altamente enriquecido" (es decir, con más de un 20% del isótopo uranio-235, el más activo). Pero, tras haber sido irradiado, parte de ese combustible se convierte en otros elementos más pequeños (yodo, estroncio, cesio) y también en otros más pesados (plutonio y americio, sobre todo). Estos isótopos pesados son los residuos nucleares más engorrosos que existen: su actividad (letal en menos de una hora a varios metros de distancia) tarda cerca de un millón de años en decaer hasta los niveles del uranio natural. El material, por supuesto, se transporta en un contenedor blindado que impide que la radiación salga al exterior. Pero, según Greenpeace, esos blindajes suelen ser inseguros en caso de accidente: el sellado se puede romper a 800 grados (una temperatura fácil de alcanzar en un incendio) o tras permanecer una hora sumergido a cierta profundidad.También existe el riesgo de que una manipulación inadecuada contamine o irradie a los trabajadores y al personal de seguridad. Por estas razones, los transportes de estos elementos se han prohibido en Alemania y, parcialmente, en Francia.

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Industria ha ocultado durante seis años la presencia de un elemento de uranio

La posibilidad de que el material español pueda ser utilizado en Estados Unidos para fabricar armas nucleares constituye una aprensión de fundamentos más bien remotos. Una sola bomba atómica requiere más de 15 kilos de uranio altamente enriquecido (más de 100 veces el contenido del elemento español) o entre 3 y 6 kilos de plutonio (es improbable que el residuo en cuestión albergue más de un gramo).

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