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Nacho Castellano sigue a los peregrinos del sufismo

Ajmer, peregrinos del sufismo se llama la exposición de 65 fotografías en blanco y negro de Nacho Castellano que hasta el 15 de abril acoge la sede de la Unesco en París. "Es un trabajo realizado en el transcurso de dos estancias en Ajmer", explica el fotógrafo, "coincidiendo con el viaje de más de 150.000 musulmanes a la tumba de Khwaja Mo'imudin Chisti, profeta del islam en la India".Las imágenes, muy trabajadas, realizadas en condiciones difíciles -"me he servido de la luz del lugar, a veces eléctrica, en otros casos de las velas"- tienen al mismo tiempo fuerza documental y calidad pictórica. "La textura de la foto es el resultado de emplear película de 3.200 asas, que en algunos casos he forzado hasta 12.000 en el momento del revelado".

Una humanidad abigarrada, procedente de distintos lugares de la India, pero también de Bangladesh, Pakistán o Afganistán, aparece reunida, rezando, dando gracias o pídiéndole a Alá que les ayude, escuchando música o durmiendo, preparando la comida en gigantescos pucheros o meditando. Esa gente, sus ojos, sus manos, sus pies descalzos sobre mármol blanco, son los protagonistas del reportaje.

"He querido que la exposición reproduzca el camino del peregrino". De ahí el rechazar toda visión turística, que Ajmer aparezca sólo en tanto que lugar en el que se recuerda al profeta muerto el 1236 y que es uno de los grandes personajes del sufismo. Las 65 fotos dan cuenta de una vida cotidiana cuando ésta queda invadida por la trascendencia religiosa. Los signos de piedad, las lágrimas de emoción, las miradas vueltas hacia el interior se mezclan con la paz del cigarrillo fumado a solas de madrugada o con el bienestar que aporta un té caliente al despertar tras una noche dormida en el suelo.

"El 80% de las fotos son tomadas de noche. He deseado conservar la oscuridad, los negros, pero también que en esos negros fuese posible ver, que en ellos estuviesen los detalles de una realidad que no se capta a primera vista". Durante todos los días que tarda en cambiar la luna los peregrinos rezan junto a la tumba del profeta, ajenos al hecho de convertirse en personajes inmortalizados "en papel baritado al clorobromuro y tratado al selenio".

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