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El Museo de Rennes reivindica al pintor Jacques Blanchard con una gran antológica

43 obras del artista francés fallecido en 1638 se reúnen por primera vez

El siglo XX ha sido el de la resurrección de Georges de La Tour, pintor salvado del olvido a partir de una lenta reaparición de telas que se ha ido confirmando en exposiciones. El Museo de Rennes pretende hacer ahora lo propio con Jacques Blanchard (1600-1638) y presenta por vez primera 43 telas del artista, muy popular en su época, pintor de corte y de gran prestigio cuando le alcanza la muerte, pero olvidado porque su aparentemente ortodoxa pintura religiosa deja de estar de moda y, sobre todo, porque ningún museo conserva más de tres cuadros suyos.

Esta dispersión -Lyón, AIbi, Bourges, Orléans, Chicago, Cognac, Grenoble, Karlsruhe, París, Reims, Nantes, Richmond, Nueva York, Detroit, Budapest, Rennes, Nancy, Toledo (Estados Unidos), Londres, Tours, Cherburgo, Amsterdam y Clermont-Ferrand figuran entre las ciudades prestatarias- ha dificultado el poder tener una visión de conjunto de Blanchard como la que ahora, por vez primera, propone Rennes."Es uno de los fundadores del clasicismo francés, y su obra, que corresponde a casi sólo diez años, es de una gran coherencia, aunque está muy marcada por su viaje a Venecia y su descubrimiento de Tiziano", explica Jacques Thuillier, comisario de la exposición y especialista en pintura francesa de la época. "A finales de los cincuenta organicé una primera muestra de pintura de Vouet, La Hyre y Blanchard, y entonces hubo gente que dijo que pretendía desacreditar la es cuela francesa. Son artistas mal comprendidos. Blanchard tiene una técnica prodigiosa. El volumen de sus cuerpos surge del color de la materia, del predominio del azul o del rojo que pone debajo. Antes de empezar, ya tiene en la cabeza todas las pinceladas".

Mujeres de espaldas poderosas pueblan los cuadros de Blanchard, más vestidas cuando se trata de vírgenes, desnudas cuando viven una escena mitológica. Tres caridades desempeñan el papel de obras maestras, junto a una larga serie de vírgenes con niño, en la mayoría de los casos muy laicas, simples madres atentas y cariñosas. El viaje a Italia da movimiento a las figuras, las libera de las posiciones convencionales, permite escorzos atrevidos y hace que Blanchard aprenda a manejar el color con la mayor sutileza.

Luego, ya de regreso a Francia, es la propia evolución la que le lleva a despojar sus obras de lo decorativo, ya sean los paisajes de fondo, las cortinas o columnas que daban un marco teatral a la tela. Al final quedan rostros y cuerpos, oficialmente santos, en la práctica de seres queridos, vivos y contemporáneos, a menudo con los pies sucios, la barba mal recortada o, de pecho sublime.

La exposición permanecerá abierta en Rennes, en el Museo de Bellas Artes, hasta el 8 de julio. No está previsto que viaje a ningún otro lugar. ".Si queremos que el museo adquiera prestigio ha de organizar sus exposiciones en exclusiva en Francia. Y si no hemos podido encontrar coproductores extranjeros, eso es debido a que a veces encarece los costes, como hubiese sucedido en este caso".

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