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La parálisis de los grandes

El pasado mes de septiembre, Capitol Records osó hacer un experimento. Puso a disposición en Internet un single de Duran Duran por nueve centavos de dólar (unas 140 pesetas), a pagar con tarjeta de crédito. Nunca antes una de las grandes discográficas había puesto a la venta su música por vía digital. No tardaron en poner el grito en el cielo las tiendas de discos y las compañías de tarjetas de crédito. Las discusiones sobre derechos de autor y las medidas antipirateria en la red cobraron un inusitado vigor. De modo que en abril, cuando Capitol lance el nuevo álbum de una de sus estrellas, Bonnie Raitt, las ventas volverán a hacerse de la manera tradicional. "Hemos tomado un respiro", afirma Liz Heller, vicepresidenta de Capitol Records, en un reportaje publicado en la revista Business Week.

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Pero para los aficionados a Bonnie Raitt, el retroceso de Capitol no tiene mayor inconveniente. En cuanto salga el disco, muchos de los temas circularán, vía correo electrónico, por unos sitios conocidos en Internet como páginas MP3 (el esquema de compresión de información de audio que utilizan). Cientos de páginas como éstas ofrecen ilegalmente canciones recogidas en toda la red. Se cargan en pocos minutos, se almacenan en el disco duro y se pueden transferir a discos grabables. Los universitarios norteamericanos pasan horas haciendo compilaciones que intercambian con sus amigos.

Sony, Warner y Polygram han empezado a vender por Internet discos que envían por correo. En Estados Unidos se estima que la venta por correo vía digital llegará a un volumen de 1,7 billones de dólares en el 2002, un 7,5% del mercado mundial, tras un estimado de ventas de 50 millones de dólares que hubo en 1997.

Pies de cemento

La preocupación por no molestar a los canales de distribución actuales parece estar inhibiendo a las seis grandes discográficas para no sumarse a la distribución digital de sus productos. Una situación que algunos comparan con la de los estudios de cine que tardaron en valorar el posible control del mercado del vídeo, para terminar dejándolo en manos de grandes cadenas internacionales.Las rnajors están ante una difícil transición. Tom McPartland, un ejecutivo de TCI Music, que distribuye música digitalmente, vía satélite, cable o Internet, declaraba hace poco: "Los grandes sellos han sacado la cabeza que tenían hundida, en la arena, pero todavía tienen los pies en un bloque de cemento".

El negocio musical sigue en sus manos, pero si tenemos en cuenta que en el vasto universo horizontal de Internet, los grandes y los pequeños están al mismo nivel y poca gente relaciona a los artistas musicales con su sello, los sitios independientes en la red están en mejor posición de ofrecer al cliente una mayor oferta musical.

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