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La ira de los parados divide al Gobierno francés

El primer ministro francés, Lionel Jospin, tomó ayer directamente las riendas para tratar de reconducir y asimilar la ira de los parados y atajar el rebrote de violencia callejera. Estos dos frentes de malestar social habían comenzado a minar, con diferentes iniciativas, la unidad y credibilidad del Ejecutivo francés. Mientras los parados incrementaban el número de locales ocupados -pese a la entrada en escena de la policía- y ampliaban su eco en los medios políticos y sindicales, Jospin convocó precipitadamente a los pesos pesados de su Gabinete, Martine Aubry y Dominique Strauss, ministros de Empleo y de Finanzas, res pectivamente, y a continuación al titular de Interior, Jean Pierre Chevénement.

A las dificultades del Gobierno para abordar unitariamente y atemperar estos problemas se ha sumado la intervención en la polémica de una oposición deseosa de aprovechar la coyuntura. El propio presidente de la República, Jacques Chirac, ha convocado a 12 alcaldes de ciudades marcadas por la inseguridad ciudadana apelando a la necesidad de "reinstaurar el orden y la seguridad, la primera de las libertades".Aunque la palabra crisis fue rechazada rotundamente por el Gobierno, el día de ayer mostró descarnadamente las grietas abiertas en este terreno dentro de la "izquierda plural" y de los propios sindicatos.

La ministra de la Juventud y el Deporte, Marie George Buffet, comunista, respaldó abiertamente las movilizaciones de los parados -"sus actuaciones son completamente legítimas", dijo-, tal y como hizo la vispera su colega verde Dominique Voinet. En ambos casos, sin embargo, las llamadas del pala cio de Matignon, sede del primer ministro, consiguieron que el apoyo de los verdes y los comunistas al movimiento de los parados fuera matizado con el reconocimiento expreso de los esfuerzos gubernamentales, protagonizados, preferente mente, por Martine Aubry.

Precisamente, la ministra de Empleo, la figura que representa con mayor nitidez el discurso específico de la izquierda y que aglutina en esa medida a buena parte de la mayoría plural", está sufriendo un duro desgaste. Más aún tras las intervenciones policiales de ayer, los pequeños grupos que componen el entramado organizativo del movimiento de los parados expresan públicamente su decepción por el comportamiento de la ministra que ha proclamado la ilegalidad de las ocupaciones de los locales de gestión del desempleo, los ASSEDIC, y el resto de las iniciativas.

Los parados juzgan insuficientes los 500 millones de francos (12.500 millones de pesetas) destinados a formación, la gratuidad de los transportes ofrecida por el ministro comunista Jean Claude Gayssot y rechazan resueltamente las "células de crisis" propuestas por Martine Aubry, que deben permitir .reunir fondos de utilización inmediata destinados a paliar las situaciones más lacerantes.

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Aumento de subsidios

Exigen un aumento de 1..500 francos (38.000 pesetas) mensuales del actual subsidio mínimo y una prima anual de 3.000 francos, reivindicaciones que, según los sindicatos que gestionan paritariamente con la patronal el seguro de paro, costaría unos 9.000 millones de francos (225.000 millones de pesetas), y obligaría a incrementar las cotizaciones en un 0,5%. El 80% del millón largo de franceses inscritos en el paro desde hace más de un año -el número real de parados sobrepasa los 3 millones-, cobran menos de 5.000 francos (75.000 pesetas) al mes.También la presidenta de Unedic, el organismo de gestión paritario del subsidio de desempleo, y secretaria general del principal sindicato, CFDT, Nicole Notat, está siendo sometida a las críticas de los parados. Su imagen ha sido pasto de las llamas en las manifestaciones porque los parados, que están obteniendo el apoyo de grupos y organizaciones sindicales minoritarias, no le perdonan que dijera que su movimiento es sumamente marginal y que está manipulado por la CGT comunista y el PC.

El otro frente del malestar social, el de la inseguridad ciudadana, volvió a manifestarse con la huelga de los profesores del liceo profesional de Clermont-Ferrand, solidarios con un compañero salvajemente agredido por el hermano de un alumno expedientado y por las duras condenas a cuatro adolescentes implicados en la destrucción de algunos de los 90 vehículos particulares quemados en lo que va de año en Estrasburgo. Mientras el Gobierno recompone su discurso con declaraciones de firmeza a través del ministro de Interior, la oposición empieza a subrayar las contradicciones internas del Gobierno y a anunciar que el período de gracia de Lionel Jospin ha llegado a su fin.

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