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Los estallidos de malestar social desconciertan al Gobierno francés

, De la noche a la mañana, el Gobiemo francés acaba de tropezar con dos problemas sociales de primera magnitud, la movilización de los parados y la inquietud generada por el rebrote de la violencia callejera, que han estallado simultáneamente. El primero de estos problemas está provocando evidentes fisuras en el Ejecutivo de la "izquierda plural" y el segundo ha obligado ya a la ministra de Justicia, Elisabeth Guigou, a endurecer su discurso sobre la seguridad ciudadana. Ambas cuestiones han cogido a contrapié al Gobierno y ensombrecen seriamente el período de gracia que Lionel Jospin viene disfrutando desde su llegada al poder, hace seis meses.

Mientras grupos de parados ocupan las sedes de los ASSEDIC (los organismos paritarios de los sindicatos y la patronal que gestionan los subsidios de desempleo), paralizan el tráfico de los TGV (trenes de alta velocidad) y levantan las barreras de los peajes de autopista, los ciudadanos han empezado a hablar de la inseguridad ciudadana a través de las encuestas de opinión. Así resulta que el 82% de los franceses cree que la violencia en las ciudades y en los extrarradios ha alcanzado niveles inquietantes nunca conocidos hasta la fecha.

El 66% juzga imprescindible reforzar la presencia policial en los eufemísticamente llamados "barrios sensibles" y, dato preocupante para el Gobierno de la izquierda, sólo el 33% piensa que el Ejecutivo de Jospin puede mejorar en ese terreno el trabajo de los Gobiernos conservadores anteriores. La mayoría de los franceses, el 63%, considera, además, que el paro está en el origen de la violencia callejera que ayer volvió a aflorar en determinadas capitales con la quema de coches particulares y el apedreamiento de transportes públicos.

Oferta gubernamental

Aunque ambos problemas han surgido de improviso, no puede decirse que el Gobierno haya estado falto de reflejos. Otra cosa es que consigan efectivamente encauzar las dinámicas que tales cuestiones generan. Lejos de remitir, tras las ayudas ofrecidas por la ministra de Empleo, Martine Aubry, y el de Transportes, Jean Claude Gaysot: 500 millones de francos (12.500 millones de pesetas) destinados teóricamente a cursos de formación y gratuidad en los transportes, el movimiento de parados, hoy por hoy limitado a grupúsculos, eso sí muy activos, parece haber encontrado eco entre los tres millones de desempleados.El Gobierno teme al efecto de contagio de esta dinámica de ocupaciones, iniciado tímidamente hace un mes con el propósito de organizar y convertir a los parados en un grupo estable de presión. En estas circunstancias, es más que dudoso que los socialistas participen de la alegría con que la ministra de los Verdes, Dominique Voinet, y el secretarío general de los comunistas, Robert Hue, han mostrado su apoyo al nuevo movimiento que debe acreditar su verdadera fuerza durante los próximos días.

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