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Los socialistas, grandes favoritos en las municipales de Portugal

Los socialistas portugueses reforzarán su hegemonía política, con una holgada victoria en las elecciones municipales de mañana, según la mayoría de los sondeos, mientras los liberal-conservadores del PSD (Partido Social Demócrata) corren el riesgo de sufrir una dramática derrota que podría abrir una nueva crisis en el liderazgo del partido, prácticamente huérfano desde la salida del ex primer ministro Aníbal Cavaco Silva. Los comunistas, según las encuestas, conservarán sus tradicionales feudos en la periferia de Lisboa y la región de Alentejo, al sur del país.Si se confirman las estimaciones, el Partido Socialista (PS) obtendría,a juicio del primer ministro Antonio Guterres, "un resultado histórico, puesto que ningún Gobierno venció en las municipales a mitad de legislatura, según marca la tradición portuguesa, y alcanzaría un récord: la victoria en cinco elecciones consecutivas". Los socialistas estiman que su supuestamente cómoda victoria debería entenderse como un inequívoco apoyo a su gestión durante estos dos años, mientras el PSD, a la vista de los sondeos, pretende desvincular el resultado de las próximas legislativas.

Los socialistas obtuvieron en las municipales de 1993 un 36% de los votos, frente a un 33,7% de los socialdemócratas, mientras aumentaron sus diferencias en las legislativas de 1995 con un 43,7% de los votos frente al 34% del primer partido de la oposición. A la vista de los sondeos, las filas del PS conservarán el control de las grandes ciudades y lucharán por arrebatar algunas alcaldías tradicionalmente socialdemócratas.

Joao Soares, hijo del líder histórico de los socialistas lusos y ex presidente de la República Mario Soares, tiene prácticamente asegurada la alcaldía de Lisboa, mientras su correligionario en Oporto, Fernando Gomes, puede humillar a su adversario conservador, el general en la reserva Carlos Azeredo. El militar, antiguo jefe de la Casa Militar de Soares, sorprendió al país con un artículo en el que cuestionaba el holocausto y acusaba a los gobernantes de "doblar el espinazo" al aceptar "la fiscalización de sus reservas de oro sin toser ni bramar".

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