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Tribuna
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La OTAN le gana tres manos a la UE

Andrés Ortega

No es una carrera; ni un juego. Pero mañana, en Madrid, la Alianza Atlántica habrá ganado tres manos a la Unión Europea. La primera, al cursar las invitaciones para la ampliación de la Alianza antes de que la UE haya podido plantearse su propia expansión. La segunda, al acordar las estructuras que harán que la llamada identidad europea de defensa se plasme, también y principalmente, en la OTAN. La tercera, la perdió solita la UE en Amsterdam.La superación de las divisiones en Europa exige la progresiva incorporación de los países del Este a las instituciones europeas. Es verdad que, pese a las diferencias entre los aliados, la expansión de la OTAN, menos costosa, es más fácil que la compleja ampliación de la UE. Pero, más allá, hay que observar que la OTAN ha reacccionado con más habilidad que la UE. Es la primera que tiende la mano, aunque, finalmente, lo haga de forma algo rácana. Pero más rácana aún puede ser la toma de posición de la Comisión Europea una semana después respecto de la ampliación de la Unión.

¿Se europeiza la OTAN? Sin duda, respecto a lo que había antes; y ésa era una de las condiciones puestas por España para integrarse militarmente. Con duda, pues esta Europa no llega a emanciparse del todo del tutor americano. La europeización de la OTAN se debe plasmar en la nueva estructura de mandos y de fuerzas de forma que si EE UU no quiere participar en alguna operación, los componentes europeos se puedan desgajar y utilizar las infraestructuras de la OTAN bajo el control político de la UE y de la UEO. Lo que significa dos cosas: que la UE (como la OSCE y otras organizaciones) ha decidido hacer de la OTAN su estructura militar de hecho, y que EE UU conservará un derecho de veto en esta dimensión sobre. los europeos, aunque los europeos tendrán un menor grado de dependencia que anteriormente respecto a EE UU. Toda verdadera autonomía en la seguridad europea resultaría mucho más costosa. Especialmente, cuando gastar más en defensa parece incompatible con el gran objetivo de Maastricht: llegar a la moneda única.

El esquema sobre nuevos mandos y fuerzas en la OTAN no llega completamente cerrado a Madrid, y habrá que esperar a que se desarrolle posteriormente. La decisión francesa de no integrarse, mientras no haya una mayor europeización, en la ¿nueva? estructura militar de la OTAN deja el esquema cojo. Francia no entra, pero participará, aunque de forma más complicada, como está participando en la fuerza de estabilización en Bosnia bajo el mando de la OTAN. Las peticiones francesas, ya sea respecto al mando de Nápoles o respecto a una ampliación más ambiciosa de la OTAN, no parecen ser atendidas. Francia se percata así que el haber estado fuera le ha hecho perder peso en la OTAN. ¿Cómo va a imponer su voluntad cuando contribuye sólo en tomo a un 5% de los presupuestos de la OTAN, frente a un 23% en el caso de Alemania, ó un 29% para EE UU (o el 1 % español)?

La identidad europea de defensa ha sufrido un retroceso en el nuevo Tratado de Amsterdam, si se compara el nuevo artículo (J7) al respecto con el anterior (J4) del Tratado de Maastricht. Antes se hablaba de la "definición, en el futuro, de una política de defensa común que pudiera conducir en su momento a una defensa común", el nuevo texto aborda una "definición progresiva de una política de defensa común ( ... ) que pudiera desembocar en una defensa común si así lo decidiera el Consejo Europeo". La integración de la UEO en la UE queda para mejores tiempos, pese a que la UEO ha avanzado en su definición al constituir un comité militar y generar un cierto grado de planeamiento conjunto con la OTAN. El Tratado de Amsterdam menciona el doble de veces -es decir, cuatro- a la Alianza Atlántica que el de Maastricht.

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