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50 AÑOS DEL PLAN MARSHALL

Una pieza de museo en Alemania

Las cajas de cartón con el escudo de Estados Unidos, la inscripción CARE -siglas de la expresión Cooperative for American Remittences to Everywhere-, el texto "donado por el pueblo de Estados Unidos", más el añadido "ni para ser vendido ni canjeado", el símbolo palpable del Plan Marshall en Alemania, se han convertido en pieza de museo. Las lágrimas en el acto conmemorativo en La Haya de los 50 años del Plan Marshall de un chico que tenía 15 años al final de la guerra, nada menos que el canciller federal alemán, Helmut Kohl, son personales e intransferibles a la gran mayoría de sus compatriotas.El Plan Marshall, en la oronda y satisfecha Alemania actual, es una pieza de museo. Un recuerdo lejano en los mayores de 60 años. Los mismos que, como el propio Kohl, recibieron un día los paquetes con la inscripción CARE, que significaban apaciguar un poco el hambre, poder poner azúcar al asqueroso líquido que respondía al nombre de café o la posibilidad de lavarse con una pastilla de jabón.

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Helga, una profesora de Bonn de 45 años, recuerda el nombre, escuchado en casa, pero no tiene ni noción de haber tenido contacto con los paquetes de comida. A su padre adoptivo, holandés de nacionalidad, antinazi y radicado en Alemania desde antes de la guerra, le gustaba recordar que el famoso milagro alemán "se debía en gran parte a la ayuda de los americanos con el Plan Marshall". Ariane, la hija de Helga, de 16 años, no tiene ni idea de lo que fue el Plan Marshall: "En la clase de historia todavía no hemos llegado a la II Guerra Mundial".

En la estación de metro de Heussallee, en Bonn, situada en el subsuelo de la Casa de la Historia, una exposición de fotografías de los años cincuenta recuerda los días iniciales de la República de Bonn. Entre ellas no falta una que presenta a una familia berlinesa, padre, madre y tres rubios retoños, en torno a una caja de cartón con la inscripción "Paquete CARE 1.000.000". Se repartió en Berlín el 29 de enero de 1952. Los paquetes CARE alcanzaron un valor de 346 millones de marcos, que significaron ante todo haber librado del hambre a muchos alemanes.

En una vitrina del museo de la historia se puede contemplar el contenido de uno de aquellos paquetes: dos pastillas de jabón, azúcar, té, café, arroz, leche en polvo, miel y una lata de conservas de verduras.

Alemania fue el cuarto país europeo por el volumen de la ayuda recibida, 1.400 millones de dólares, 23 dólares por cada alemán. El comentarista del diario de Múnich Süddeutsche Zeitung Josef Joffe escribía ayer sobre el significado psicológico de esa ayuda de Estados Unidos para la Alemania derrotada. y hundida. Según Joffe, "Ias lágrimas de emoción que derramó el canciller Kohl en La Haya permiten suponer que la milagrosa amistad [con Estados Unidos] todavía cumple su función" al consumarse el medio siglo del Plan Marshall, que ya pocos recuerdan.

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