Metafísica y poesía
Es un collage de versos y frases en torno a Fausto, de algunos de sus autores -Goethe, -naturalmente: pero también Marlowe, Pessoa, Valéry- y de poetas diversos, de fragmentos del Génesis, de Nietzsche o de Whitman y Lord Byron. La famosa venta del alma al diablo, que es lo que se suele tomar generalmente de Fausto es apenas nada en esta obra, que desdeña el relato y toma lo esencial: el fracaso del conocimiento o sabiduría, la elección entre la nada que es la muerte y una vida plena que a su vez es un camino lleno de desengaños y de angustia; pero también la elección de esa biografía como biografía. Tomo estos datos de sus propias notas; temo que otros espectadores puedan dar distintas interpretaciones.Esta obra, y la compañía La República, está teniendo un gran éxito en la sala El Canto de la Cabra: han prorrogado sus actuaciones y muchos días cuelgan el cartel de "no hay localidades". Es admirable que suceda esto con una obra de corte intelectual, que algunos pueden considerar pedante, y otros no muy comprensible.
Fausto
Montaje de varios autores.Intérpretes: María Jesús Romero, Rafael Muguruza, Alberto Núñez. Compañía La República. Dirección: Fernando G. Renjifo. Dirección de dramaturgia: María Jesús Romero. Madrid, sala El Salto de la Cabra.
Yo lo atribuyo a que lo que se dice suena muy bien: porque son versos o párrafos cuidadosamente escogidos y con belleza propia, organizados dentro de esta antología; pero también porque los tres actores consiguen lo que no siempre se encuentra en el teatro: que se les entienda, que den sentido a lo que recitan, que conozcan ellos ese sentido.Sensación de vértigo
Se aplaude especialmente a la actriz María Jesús Romero en unos minutos de silencio, frente al público, sin más movimientos que los gestos de la cara, que es bella y expresiva. Actriz que es también la autora de la dramaturgia: está bien lograda, aunque quizá sea superflua.
Es evidente que la sensación de vértigo se encuentra en los trapecios o columpios de una escena, y la frialdad y el escalofrío en los cubos en que se vierte el agua que finalmente se arroja sobre los actores: pero pienso que estas acciones están incrustadas solamente para animar el texto. Tampoco molestan: quizá más grave sea para los propios intérpretes, que necesitan todo su aliento para seguir hablando en posiciones de esfuerzo y agotamiento, lo cual redunda en la satisfacción del público. Que es joven, incluso muy joven, y pueden pasar sus noventa minutos en expectación, gusto y silencio, hasta que aplauden con entusiasmo muy notable y muy vivo.
Aunque no fuera más que ése el mérito de la obra, de los actores y del director Renjifo, seria ya extraordinario cuando el teatro se está consumiendo por falta de inteligencia.