_
_
_
_
_
FERIA DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Ponce arriba, Rincón abajo

Los llamaban doblones y eran el gozo de la buena afición. Esos pases dio Enrique Ponce a su primer toro y puso la plaza en pie. Si por uno fuera, no se habría vuelto a sentar. Esos doblones, en otra versión dobladas, técnicamente definidos como ayudados por bajo, pusieron firmes al público, a todo el que pisaba el ruedo toro incluido, a la torería entera. Enrique Ponce, que por Sevilla anduvo de ala (con perdón), remontó el vuelo y se puso arriba. Y allí no debían caber todos pues César Rincón, con quien competía mano a mano, se vino abajo.César Rincón no se sabe si se vino abajo por culpa de Enrique Ponce o porque ya estaba tocando fondo. El Cossío no aborda estas cuestiones y por eso son difíciles de precisar. La verdad es que parecía como si César Rincón hubiera caído en aterrizaje forzoso. Era el ídolo de la afición de Madrid y de repente se le veía allí -el ruedo de sus proezas y de sus grandes éxitos- angustiado, espantadizo, falto de recursos, sin capacidad de reacción para hacerse el ánimo.

Varias /Rincón, Ponce

Toros: Juan Pedro Domecq, discreta presencia: 1º devuelto por inválido, 2º manso amoruchado. Victorino Martín, Y con trapío y casta, 6º sin trapío y noble. 4º y 5º Agustina L. Flores, escaso trapío, flojos, mansos, aborregados. Sobrero de Alcurrucén, bien presentado, flojo, manso, dificultoso. César Rincón: bajonazo descarado (algunas palmas); estocada perdiendo la muleta (protestas); estocada (silencio). Enrique Ponce: pinchazo hondo perdiendo la muleta, capoteo de peones que ahonda el estoque y descabello (oreja); estocada trasera (ovación y salida al tercio); pinchazo y estocada corta (oreja); salió por la puerta grande. Plaza de Las Ventas, 2 de mayo. Corrida goyesca. Lleno.

Le salió un primer toro dificultoso -punteaba sólo; no se vaya a creer-, y fue incapaz de dominarlo. Le salió un encastado victorino que humillaba horrores, y le huía trapaceando por la cara. Le salió un borrego de la casa Samuel que no tenía media torta, y ni le aguantaba las cansinas embestidas, ni le supo encelar, y acabaron ambos pegando el sainete por el área pestilente de chiqueros.

Al lado de César Rincón, Enrique Ponce parecía una fuerza de la naturaleza. Quizá lo fuera. Enrique Ponce salió a por todas. Lanceó de capa sin arte ni quietud -suele correr al rematar los lances, y corría- entró a quites, cuajó tres faenas de muleta cada una de ellas adecuada al funo que le presentaba pelea, estoqueó con decisión, cortó dos orejas y salió a hombros por la puerta grande.

Las tres faenas estuvieron muy bien construidas, a las tres les sobraron pases. Enrique Ponce no ve nunca el momento de terminar y eso que el toro se lo muje ("Aquí estoy, cuadrado y sometido, maestro, para lo que guste mandar"), la afición se lo avisa también ("¡La hora!").

Lo bueno del caso y el gran mérito del torero es que en esas faenas hay pasajes cumbres. La teoría de trincheras con que culminó su faena al morucho juampedro, por ejemplo; o el cambio de mano resuelto en un natural largo, empalmado con el de pecho de cabeza a rabo al borregazo samuel; o el tanteo y los magistrales pases de tirón con que sacó a los medios al último victorino -impresentable, por cierto-, que hicieron capicúa con un aclamadísirno circular y el corajudo, torero, ceñido y ligado final de faena

Más toreo desarrolló Ponce, por supuesto, aunque pertenecía a su repertorio habitual de naturales y derechazos donde no hay mucho arte y sobra pico. Pero no se le va a descubrir ahora. Ni acaso merezca la pena citarlo cuando había recreado aquellos doblones -llamados dobladas, técnicamente ayudados por bajo- que dejaron al mansón juampedro sometido, pusieron al público en pie, elevaron a la cima el arte de torear y dejaron a Rincón -antes diestro poderoso, ayer una sombra de quien fue- sumido en la miseria. Y, al final, uno salió en triunfo, otro cabizbajo y mohíno. Que así es el toreo, así la vida.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_