_
_
_
_

Un héroe de nuestro tiempo

En uno de sus escritos Václav Havel recuerda una frase que periodistas occidentales dijeron a los disidentes de su país que informaban acerca de uno de los suyos, decidido a mantener una huelga de hambre a ultranza: "Recuérdamelo cuando haya muerto". La cita resulta muy expresiva de la frecuente superficialidad banal de los medios de comunicación de los países democráticos pero también revela la esencia misma de la significación de Havel como intelectual. Tiene tras de sí una amplia obra teatral y de ensayo pero sobre todo se trata de un intelectual en el más pleno sentido de la palabra y, por tanto, un hombre que parece de otro tiempo. En uno de sus textos más conocidos ha puesto de manifiesto lo que él denomina "el poder de los sin poder", es decir de aquellos que tienen a su favor el uso de la palabra, el juicio moral y el escueto raciocinio. Pueden derribar regímenes, como demuestra su caso. Los intelectuales por excelencia -franceses, por supuesto, como Sartre o Aron- pudieron, en alguna ocasión, influir en la vida pública de su país. Havel fue en su momento el más lúcido denunciador de la dictadura postotalitaria de los países del Este, dominada por burócratas amorfos que convertían a los ciudadanos en víctimas y, al mismo tiempo, cómplices y que reducían la vida cotidiana a un magma gris y prosaico en que ningún ideal colectivo era posible y ningún propósito común merecía la pena. La obra de Havel tiene no poco que ver con la de un ilustre compatriota: como Kafka, denuncia el absurdo de la vida individual y colectiva, presenta como no evidente la realidad habitualmente aceptada -por eso puede ejercer una crítica radical- y, en fin, practica un sentimiento de culpa del que deriva una profunda conciencia moral. Pero fue la prueba viva de que la palabra podía vencer a la fuerza policiaca. Detenido en tres ocasiones, contabilizó cuatro años de cárcel. Pero el poder de la palabra acabó triunfando.

Más información
Havel y la CNN comparten el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades

Ahora hay quien considera como principales filósofos del liberalismo o la democracia a personas como Hayek y Popper cuya principal obra fue escrita hace 50 años. El mayor inconveniente de estos últimos radica, no obstante, en que no vivieron como Havel esta experiencia radical consistente en vivir en una dictadura totalitaria y contribuir a derrocarla. Václav Havel, presidente de Chequia, es hoy político profesional como presidente de su país, pero lo es en el menor grado y condición imaginables. En uno de sus discursos se ha descrito como una persona que le parece a él mismo "antipático y merecedor de la burla general". Eso mismo -impensable en cualquier político de España o Francia- demuestra que es todo lo contrario. Porque Havel ha denunciado como nadie los males de esas democracias a las que los países de Centroeuropa han llegado y les parecen, como mínimo, muy mejorables. Cuando habla de la necesidad de una "política antipolítica" nos recuerda que la democracia es cuestión de valores y que si el postotalitarismo tenía inconvenientes también los tiene la posdemocracia. Como intelectual que ha sabido denunciar los males de dos regímenes sucesivos bien merece la consideración de héroe de nuestro tiempo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_