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Entrevista:

"Espías y escritores tienen en común una extraña forma de vida"

, Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) publicó su primera novela en 1973, hace ya 24 años. Llegaron después títulos emblemáticos como Historia abreviada de la literatura portátil, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos y Lejos de Veracruz. Por circunstancias de la vida literaria del país, sin embargo, se le sigue considerando un autor del grupo de los nuevos. "Quizá se debe a que he sabido conectar con los lectores jóvenes", afirma, "o a que no me repito en mis libros". Quizá. La prueba de que cada libro de Vila-Matas es una nueva aventura literaria la tenemos en su última entrega, Extraña forma de vida (Anagrama).Pregunta. El título proviene de un fado de Amalia Rodrigues.

Respuesta. Lo compré en el aeropuerto de Lisboa sin saber que luego sería el título de mi novela. Extraña forma de vida es un fado triste, pero se refiere también a la extraña forma de vida que llevan los espías y los escritores. El narrador de mi novela es un escritor que se pasa la vida espiando a todo el mundo, pero la acción se centra en un solo día, en el que debe pronunciar una conferencia y elegir entre su esposa y su amante. Curiosamente, al final, el escritor, partidario del realismo social, no cambia de vida, sino de estilo.

P. Como el narrador, usted también ha cambiado de estilo.

R. Eso dicen los que ya han leído el libro. Un amigo incluso me comentó que era mi primera novela realista.

P. ¿Qué tienen en común los escritores y los espías?

R. Las relaciones entre espionaje y literatura es el tema que vertebra la historia que se cuenta. Los escritores, como los espías, tienen que dedicarse a vigilar a los otros, a robar vidas ajenas. Javier Tomeo me contaba que sube a autobuses sin conocer su destino sólo para viajar como un voyeur y dedicarse a escuchar conversaciones, a robar vidas ajenas.

P. La acción transcurre en el barrio barcelonés de Gràcia, donde usted vive. ¿Se inspira en lo autobiográfico?

R. La novela se circunscribe en un barrio como homenaje a Pessoa. La calle donde vive el narrador se llama Durban, por la ciudad donde vivió Pessoa. Hay una vertiente portuguesa en el libro, incluida la cita inicial de Manuel de Cunha, que es inventada, pero el barrio donde se sitúa es el de Juan Marsé, hasta el punto de que algunos personajes pretenden pertenecer a su mundo novelístico.

P. El humor no falta en el libro y se apunta que los escritores deben saber jugar.

R. La literatura debe tener siempre una vertiente de juego...

P. Algunas de las anécdotas de espionaje se refieren a personajes famosos, como Graham Greene y Salvador Dalí.

R. Greene me gusta mucho como escritor y es cierto que llegué a espiarlo, como cuento en la novela. Toqué el timbre rojo de su piso de Antibes y salí corriendo, entre otras cosas porque no hablo inglés y no hubiera sabido qué decirle. También espié a Dalí, aunque luego deformo las anécdotas. Greene, por ejemplo, a diferencia de lo que cuento en el libro, no me lanzó ningún tintero.

P. Cada libro suyo es como un nuevo zigzag.

R. Siempre he procurado que fueran distintos. Yo no he cambiado mucho, pero mis libros sí. Pienso que no me he repetido, ni siquiera en la forma, ya que he probado géneros distintos.

P. Además de una novela de escritores y espías, es también un libro que habla de soledades.

R. El hecho de escribir es solitario. Te pasas horas y horas en casa, solo, trabajando. Por suerte, las crónicas periodísticas que ahora escribo me obligan a salir a la calle y me van muy bien para evitar el encierro exagerado.

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