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Tribuna
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Senti-miento

"Gurméndez es el filósofo español por antonomasia de la corporeidad, del sentido, del sentimiento", escribía Aranguren en 1991, en un número de la revista Anthropos dedicado a Carlos Gurméndez. Nada más chocante, a primera vista, que el mundo de las pasiones, al que dedicó lo mejor de su reflexión, y el talante apacible y reglado de este hombre.Este contraste sorprendía a quienes le conocíamos en vida y más sorprenderá a quienes ahora conozcan su vida. Carlos Gurméndez es una vida apasionada y apasionante. Joven militante de la FUE, organización juvenil de izquierdas, dirigida por Tuñón de Lara, es expulsado de la universidad en 1947 por denuncias de un afiliado a la Asociación de Estudiantes Católicos, teniendo que abandonar el país en 1951. En París frecuenta a surrealistas como André Breton y filósofos como Sartre, Simone de Beauvoir y Gabriel Marcel. Hasta que Bergamín le seduce para que se traslade al Uruguay. Vuelta a España y su presencia constante en la vida pública desde las páginas de EL PAÍS.

Como en tantos otros casos, la guerra civil determinó su destino. Llevaba consigo las señas de identidad de aquella generación. Pero tuvo que ejercerlas por libre, al margen de las instituciones académicas.

Con su obra se ha labrado un lugar de honor en la filosofia española: es el filósofo del sentimiento y de la pasión.

Lo que luego sería su filosofia está implícito en la anécdota que desencadenó su interés por la pasión. Fue un episodio amoroso en el que Gurméndez se las prometía felices pero le salió mal. Cuando la estudiante le abandonó, le dijo como despedida: "No te apesadumbres. Ha sido sólo un juego". ¿Era la pasión sólo un juego? ¿Acaso la palabra sentimiento no consta de dos términos simples, uno que remite a la "mente" y el otro al "sentido"? Vitalismo y racionalismo serán las dos claves de su teoría de las pasiones. Y, una tercera, señalada por J. Muguerza: la preocupación ética. Gurméndez no describe cómo es el melancólico sino que nos dice cómo deberíamos serlo si lo queremos ser a fondo.

La ingente obra de Gurméndez abarca tres campos específicos. Están las obras que se ocupan de temas antropológicos, como Teoría del humanismo. En segundo lugar, las de querencia marxista, entre ellas El secreto de la alienación. Finalmente, el campo de los sentimientos y de las pasiones, con Tratado de las pasiones y Crítica de la pasión pura.

Quienes bien le conocían destacan de su personalidad la fidelidad a unas ideas políticas y morales, la atención a Europa, la apertura a otros mundos que el suyo, el cultivo de la amistad y la tenacidad creadora. Como en tantas otras ocasiones muchos descubrirán a este ser apasionante en el día de su muerte. Vale la pena.

Reyes Mate es director del Instituto de Filosofia del CSIC.

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