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Una nueva victoria electoral confirma la fuerza de la extrema derecha francesa en el sureste

Enric González

, La extrema derecha francesa se encuentra a un paso de conseguir su cuarta alcaldía importante. Cathérine Mégret, candidata del Frente Nacional (FN), consiguió el domingo un 46,7% de los votos en la primera vuelta de las elecciones municipales de Vitrolles, un suburbio industrial de Marsella. La izquierda, que se presentaba unida bajo el liderazgo del alcalde saliente, no llegó al 37%. La retirada del candidato de la derecha tradicional (gaullistas y liberales, 16,3%) dibuja para el domingo próximo un escenario ya tradicional: el FN contra todos los demás. El alcalde de Marsella y ministro de Administración Territorial, Jean-Claude Gaudin, habló ayer de "situación de peligro".Después de Tolón, Orange y Marignan, todas ciudades del sureste, Vitrolles (34.000 habitantes) se perfila como el cuarto bastión de la ultraderecha. El tirón de las gentes de Jean-Marie Le Pen queda demostrado por la calidad de la candidata de Vitrolles: un ama de casa sin ninguna experiencia política y casi nula capacidad oratoria, con el único mérito de ser esposa de Bruno Mégret, el número dos del FN, ideólogo de Le Pen y similar en muchos aspectos, entre ellos el físico, al propagandista nazi Josef Goebbels.

Candidata de paja

En realidad, Cathérine Mégret no es sino la tapadera de su marido, inhabilitado como candidato por irregularidades en las anteriores elecciones de 1995. La propia candidata lo reconoce: "Si venzo, será mi esposo quien elabore las grandes líneas políticas y quien dirija la gestión global; yo procuraré dedicar una atención especial a los asuntos sociales". En 1995, Mégret perdió por sólo 353 votos. Esta vez, la ultraderecha cree que la victoria está asegurada. "Nada puede ya impedir que gane", proclamó Cathérine el domingo por la noche, mientras su marido, a su lado, sonreía y recibía felicitaciones.

El propio primer ministro, Alain Juppé, ordenó ayer que la lista conservadora se retirara para que los votos "de los demócratas y los republicanos" pudieran concentrarse en una sola lista, la de la izquierda. El problema es que el "frente democrático" tendrá que alinearse tras un hombre, el actual regidor, que gusta muy poco en Vitrolles. El alcalde, Jean-Jacques Anglade, socialista, está acusado de malversación en vanos sumarios y encaja perfectamente en el arquetipo de "político corrupto" que utiliza el FN para definir a sus adversarios. Por otra parte, las irregularidades cometidas por Anglade en los comicios de 1995 obligaron a convocar las elecciones de esta semana. En la primera vuelta, Anglade representaba a socialistas, comunistas, ecologistas y otras pequeñas formaciones de izquierda, y aún así quedó lejos del 40% que se había fijado como objetivo mínimo. Vitrolles era una ciudad tradicionalmente progresista, en la que la izquierda había mantenido una cómoda hegemonía desde los años setenta. Como en Tolón, el voto obrero se ha pasado bruscamente al FN.

Ayer, en los cuarteles generales de París se repetía obsesivamente una misma pregunta: ¿Por qué la gente vota al FN? Las respuestas eran múltiples. Reacción contra el desempleo y la inmigración excesiva, desconfianza frente a los partidos tradicionales, voto de protesta, miedo a la globalización y a la liberalización económica... Una cosa está ya clara: el FN ha arraigado sólidamente en el sureste y tiende a crecer en otras regiones, atrayendo nuevos electores y notables locales que abandonan el RPR gaullista y la UDF liberal en un lento pero constante goteo.

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La izquierda intentará echar el resto esta semana. El líder socialista Lionel Jospin, y el comunista,Robert Hue, visitarán juntos Vitrolles mañana. Pero el jueves será Jearl-Marie Le Pen, el caudillo de la ultraderecha, quien presidirá un mitin -que se anuncia como "gigantesco"- para prologar una victoria casi cantada.

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