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GUERRA CIVIL EN AFGANISTÁN

Los talibanes preparan la defensa de Kabul

ENVIADO ESPECIALRáfagas de ametralladora y bengalas atravesaban anoche el cielo de Kabul buscando aviones inexistentes mientras sonaban cañonazos aislados que desde el mismo centro de la capital, y desde múltiples posiciones, disparaban a un enemigo invisible. Todo comenzó a una, como si fuese un ejercicio militar programado con antelación para entrenar a los combatientes talibanes ante la temida ofensiva de Ahmed Sha Masud sobre la misma ciudad que su Ejército gubernamental abandonó precipitadamente hace 20 días.

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El tiroteo se prolongó un cuarto de hora, y al final no se supo si estaban gastando munición en prácticas o disparando a un enemigo real y cercano o, como decían algunos kabulíes, celebrando una buena noticia. En cualquier caso, los talibanes ya han descubierto que no son invencibles: cientos de combatientes muertos en los enfrentamientos del fin de semana contra las fuerzas de Masud en Charikar, 90 kilómetros al norte de Kabul -que el viceministro de Exteriores talibán Mohamed Abás Stanakzal reconoció ayer en nombre de su Gobierno haber "abandonado estratégicamente para no causar víctimas civiles"-, cientos de heridos y 400 prisioneros en la ofensiva contra Charikar y Jebal Os Seraj, definitivamente en manos de Masud.Es un duro balance para quienes durante meses habían llevado la iniciativa militar. Los talibanes ven nerviosos cómo Masud avanza día a día hacia Kabul con su táctica guerrillera. Ayer continuaban los combates a muerte por el control del aeropuerto militar de Bagram, 50 kilómetros al norte de la capital.

Masud y Dostum

Mientras tanto, noticias confusas situaban anoche a Masud y al general uzbeko Abdul Rashid Dostum en el puerto de Salang, donde celebraban una reunión con otros jefes militares firmantes la semana pasada en Mazar i Sharif de una coalición promovida por el general uzbeko: Ismail Jan, ex gobernador de la provincia de Herat (la segunda en importancia del país) y Abdul Karim Jalili, jefe del Partido de la Unidad Islámica, que representa a la minoría étnica hazara, de confesión shií, que supone el 15% del total de la población afgana y concentrada principalmente en la provincia central e Bamián.El objetivo de la coalición es defenderse mutuamente en caso de ataques de terceros. Es decir, de los talibanes. El resultado de la coalición está ya a la vista. La ofensiva sorprendente de Masud se explica por el respaldo del Poderoso Dostum, que ayuda sin dejar huellas. Dostum debe decidir: sus soldados no han gastado ni municiones ni energías en los dos últimos años de guerra, así que si se propone activar a fondo la coalición antitalibán su intervención decantaría la balanza del lado de Masud, cuyos soldados ya atacan a 10 kilómetros de Kabul. Para frenar esa alianza, los talibanes están preparando una reunión con Dostum, según dijo el mulá Stanakzai.

Los talibanes están ahora a la defensiva en Kabul, donde la vida popular registra ese sentimiento de resignación de los que no deciden nada en esta partida del poder. Están a la defensiva, pero prometen victorias: "Conquistaremos el valle del Panshir. Esto es sólo una retirada táctica", afirmaba el mulá en un claro intento de tranquilizarse a sí mismo.

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Mientras cumplen su palabra, los milicianos integristas preparan la defensa de Kabul con la antelación exagerada de los temerosos, apostando baterías antiaéreas y realizando prácticas de tiro. Lo más fácil, sin embargo, es que la guerra se estanque, moviéndose unos kilómetros al norte y otros al sur, según los ánimos con que uno y otro bando se levanten cada día.

"Lo peor que puede pasarnos a los kabulíes es que Masud tome la ciudad de nuevo, porque entonces la guerra volverá a comenzar desde el principio", afirma el librero Sadiq.

Los talibanes temen que el enemigo les nazca dentro de casa, porque las facciones oportunistas que rindieron su territorio en los alrededores de Kabul -se dice que a cambio de mucho dinero- podrían revolverse contra sus actuales señores fundamentalistas si ven que la coalición entre Dostum y Masud es más poderosa. Volverían entonces a apoyar a los que traicionaron hace un mes.

El otro factor incontrolable que los talibanes temen más que al veneno es la reacción armada de los vecinos de las provincias de Kabul y Parwan, en su mayoría tayikos. Según fuentes diplomáticas, Masud repartió en su retirada 30.000 kalashnikovs entre sus fieles, sembrando el foco de la futura reconquista. El viceministro talibán admitió la presencia en Kabul de "elementos que genera problemas". Lo que en el lenguaje opaco de los mulás significa que existe una mínima resistencia en la misma capital.

Los problemas se les van sumando en la vasta geografía del país. En Herat se están produciendo incidentes, reconoció Stanakzai. Los talibanes sufren allí los ataques de los hombres de Ismail Jan, gobernador de esa provincia hasta su huída a Irán hace unos meses ante el avance de los integristas suníes. Estas acciones, presuntamente apoyadas por Irán, motivaron una advertencia del mulá: "Si Irán quiere crear problemas en nuestro territorio que tenga cuidado porque haremos lo mismo en el suyo".

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