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D'Alema y Berlusconi, incapaces de avanzar en la reforma constitucional

El acuerdo esbozado el pasado febrero por Maissimo D'Alema y Silvio, Berlusconi para introducir en Italia la elección directa del presidente de la República y el doble turno electoral parece hoy letra muerta. Los dos políticos siguen coincidiendo en la necesidad de unas reformas que garanticen la gobernabilidad del país y su unidad frente a las amenazas separatistas de la Liga Norte; pero, en lo concreto, divergen totalmente, tanto sobre el procedimiento como sobre la sustancia. Esas diferencias surgieron ayer en un debate con intelectuales y empresarios italianos.

El apoyo de Berlusconi a la propuesta de D'Alema de promover una discusión inmediata en el Parlamento sobre cómo abordar la tarea fue lo único concreto que salió de una cita a la que habían sido invitados por auténticas fuerzas vivas reunidas en el ámbito de la fundación Liberal. Cesare Romiti, presidente de Fiat; Marco Tronchetti Provera, presidente de Pirelli; Antonio Baldasarrre, ex presidente del Tribunal Constitucional, y Ernesto Galli della Loggia, editorialista de Il Corriere della Sera fueron algunas de las personalidades que se sentaron en la mesa redonda, junto a los dos secretarios de partido, para urgirles a que las reformas se hagan.Pero la reunión aclaró poco el futuro. El acuerdo de¡ debate en el Parlamento encubre un desacuerdo más profundo sobre si las reformas deben ser realizadas por las Cámaras, como quiere el secretario del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), o por una Asamblea Constituyente, como prefiere su interlocutor, el líder de Forza Italia. Berlusconi afirmó que apoyaba el debate introductorio propuesto por D'Alema simplemente porque demostrará en un plazo breve (ambos hablaron de seis meses) que en el actual Parlamento no hay una mayoría capaz de resolver el tema. A continuación, añadió Berlusconi, habrá que disponer lo legalmente necesario para que se elija una asamblea por el sistema proporcional, capaz de afrontar las reformas. D'Alema no se comprometió en ese sentido.

Por lo demás, el secretario del PDS dijo desear un primer ministro fuerte junto a un presidente de la República garante de la unidad nacional, mientras que Berlusconi interpreta el presidencialismo como un sistema en el que el jefe del Estado tiene buena mano sobre la acción del Gobierno. Un punto común fue que la llamada reforma federalista debe avanzar por la línea moderada de un autonomismo como el de España, citado expresamente por D'Alema.

La posición del secretario del PDS en el debate merece ser puesta en relación con las divergencias que la reforma de la Constitución suscita en la coalición gubernamental del Olivo y con los peligros que implica para la estabilidad del Gobierno de centro izquierda. Fausto Bertinotti, secretario de Refundación Comunista, ha dicho que hará caer el Gobierno si D'Alema aprueba una reforma presidencialista del Estado. El sector democristiano del Olivo se inclina por un sistema de cancillería como el alemán, que no incluye la elección directa de las máximas jerarquías. Romano Prodi, el primer ministro, comparte esa opinión y desconfía de que el centro derecha utilice las reformas para desestabilizar su Gobierno.

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