Para mover a la gente
José María Giro es El Muerto Vivo -homenaje a Stevenson-, nombre de una revista con escritos de artistas y remitente cada dos meses de una mercadotecnia abierta que llega a unos quinientos buzones. El Muerto Vivo se aleja voluntariamente del trabajo artístico para hacer uno más sociológico. En el último envío hace un resumen de los últimos 20 años de cultura junto a un titular de prensa sobre el "colonialismo americano". "No se ha hecho nada. Quitar el cristal al Guernica es de cara a las marujas que hacen cola ante el Thyssen". Carmen Alborch, Antonio López, María Corral y Mario Conde aparecen con frecuencia en sus hojas. "Lo que me escandaliza es la publicidad que se hacen los artistas y los museos. Es para sacar dinero y mantener un arte muerto. El arte está amnésico, no tiene salida. El mayor culpable es el artista, que no reacciona". Oscar Mora, miembro del colectivo de artistas que gestionan las galerías El Purgatori 1 y 2, de Valencia, confia en los grupos marginales, como el medio centenar que se reunió en noviembre en Murcia y se comprometió a mantener una red de colectivos independientes. "Las galerías y las instituciones han perdido credibilidad, ya que lo principal es tener o buscar dinero para cultura, sin tener en cuenta si interesa al público". "Jugamos con la dualidad, lo que es bonito o feo, lo bello o repelente". Artistas como Marcel lí Antúnez, Pistolo, Cuco Suárez o Cherna López han expuesto basura, fetos, ataúdes, animales disecados. "Lo que provoca a la gente es ver estos objetos fuera de su contexto cotidiano". Considera que para difundir el arte, "cada vez más social en el tratamiento de algunos aspectos como el sida", la gente tiene que implicarse.
