_
_
_
_
_
CONCIERTO | RADIO TARIFA

En patera con Radio Tarifa

Viaje musical por el Estrecho durante el concierto madrileño de un grupo con sonido multiétnico

Caía sobre Madrid un simún del carajo cuando la patera de Radio Tarifa comenzó su viaje musical por el estrecho de Gibraltar. La tripulación era multinacional -un argentino, un sudanés, un madrileño, un castellano, un manchego, un francés y tres andaluces-, y entusiasta y numeroso el pasaje. Minutos después, superadas las iniciales dificultades del oleaje costero, la patera navegaba rápida y potente por aguas amistosas. La noche se había convertido en clara, fresca y cubierta de estrellas. Ya no hacía calor, o mejor dicho, el calor venía ahora de dentro. Era aquel un buen viaje: el buen viaje por el Estrecho. Cuando entró en escena el bailaor Joaquín Ruiz -"ese pedazo de fenómeno, que quita el sentío cómo baila-, a la patera de Radio Tarifa ya no pudieron pararla todas las patrulleras reunidas de la Europa de Schengen. Andalucía y el Magreb hacían el amor ante la impotente mirada de los radares y prismáticos de los centinelas del Estrecho. En aquella juerga sonaba una percusión africana, gemía un laúd árabe, respondía una flauta de caña, piafaba un clarinete, se desgarraba una voz flamenca, caracoleaba Joaquín Ruiz y todo encajaba a la perfección. Al fondo del tablado, ese mudéjar vallisoletano llamado Faín Sánchez Dueñas, el padre del invento, sonreía dándole a la derbuka, y, más adelantado, acompañando a las palmas, el cantaor granadino Benjamín Escoriza se desangraba en "una hemorragia de placer".

Son ocasiones como la brindada en la noche del jueves por Radio Tarifa en el patio del madrileño cuartel del Conde-Duque las que permitern soñar con lo que podría ser una España que apostara por lo que hay que apostar: europea, sin la menor duda, pero decididamente abierta a los parientes del Mediterráneo y el Atlántico; con varias lenguas, varios colores de piel y varias maneras de rezar; impulsada hacia adelante por el pluralismo y el mestizaje. Dicho de otro modo, una versión laica y democrática de lo que fue en algún momento la vida en Córdoba o Toledo, antes de que los Reyes Católicos expulsaran a nuestros compatriotas judíos y musulmanes.

Momentos mágicos

Hubo en el patio cuartelero momentos mágicos como una versión moruna de La Tarara que situó a la patera en el territorio de Al Andalus, y, más en concreto, en la Granada nazarí. Hasta se oía correr el agua de las fuentes y acequias del Generalife. U otro, una rumba, en la que un viento atlántico trajo a una placeta de Tánger picantes olores de Cádiz, Tenerife, La Habana y Cartagena de Indias. O aquel en que la picadilla de la mosca de las cuevas del Sacromonte se hizo sentir en una taberna de Orán. O las bulerías turcas sonando en el corazón de un Madrid de piratas berberiscos. Aquello no era yuxtaposición de culturas, era pura fusión.

Pasada la medianoche, los termómetros marcaban más de 30 grados en Madrid. Mientras media ciudad se agitaba insomne en sus dormitorios, parte del pasaje de la patera de Radio Tarifa se refrescaba en los bares de la calle de La Palma. El viaje no había llevado a ningún paraíso: había sido en sí mismo el paraíso. Valía la pena celebrarlo con una cervecita.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_