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Música clásica en verano

La magia del instante fugaz establece un vínculo de unión entre los aficionados a los toros y los de la ópera. Unos y otros tienen un cierto concepto ideal de lo que van a ver o escuchar, y buscan desesperadamente esos destellos de belleza que con tanta frecuencia se resisten. La complejidad del acoplamiento toro-torero, la fragilidad de la voz humana en un entorno escénico y musical, dificultan los anhelados momentos de perfección. La comunicación no es tan estable como la que surge de la contemplación de un cuadro, la lectura de un libro o el visionado de una película. Se persigue en los toros o en la ópera lo irrepetible. La Feria de San Isidro, punto central de la animación taurina, acaba de concluir sin excesivas satisfacciones. Los festivales musicales de verano, proyección de renovadas ilusiones año tras año, están dando sus primeros pasos.La música clásica en verano rompe rutinas. La imaginación es estimulada desde una oferta que trata de captar las aspiraciones de un turismo cultural de cierta solvencia económica. Los festivales millonarios, como Salzburgo, concentran a las figuras de la creación en espectáculos donde el riesgo y la ambición artística coinciden con el lujo. En Bayreuth o Pesaro se reúnen los incondicionales de Wagner o Rossini, velando armas ante unas óperas que, allí escuchadas, parecen diferentes. Verdi suscita este verano ciclos especiales en Londres y Praga. Los operófilos andan inquietos.

La creación actual se mueve con mayor discreción. La combinación Kurtág-Stockhausen-Gardiner-Pina Bausch da un toque de originalidad al imaginativo Festival de Amsterdam. Stuttgart y Oregón unen sus certámenes con el mismo eslogan -Guerra, reconciliación, paz- y recuerdan los 50 años que han transcurrido desde el final de la II Guerra Mundial. En la ciudad alemana se estrena con tal motivo un Réquiem de la reconciliación, elaborado por 14 compositores, entre los que se encuentran Berio, Cerha, Penderecki, Rihm, Weir y Schnittke.

Lo popular se manifiesta en conciertos multitudinarios como los. de la Filarmónica de Berlín, con un programa dedicado a la música americana dirigido por Rattle, en la Waldbühne, en el Hollywood Bowl de Los Ángeles, o en los apasionantes Proms de Londres, capaces de mezclar en su última noche a Birtwistle y Purcell con Arne y Elgar, en una fiesta incomparable de la música inglesa.

Los exquisitos se reúnen en la campiña inglesa de Glyndebourne, con sus cestas de picnic en que no falta el champaña francés, para ilustrar convenientemente los descansos de las óperas de Mozart y Janacek. 0 en la Schubertiade de Feldkirch, donde la música de cámara se refugia en un marco natural espléndido en el oeste de Austria, casi lindando con Suiza y Liechtenstein. De carácter exclusivo, por el elevado precio, es el crucero musical del buque Mermoz, un recorrido desde Toulon (Francia) con es calas en varios lugares de Italia, Grecia, Turquía y Creta, en compañía de artistas tan distinguidos como Kissin, Ciecolini, Accardo, Vasary, Mintz, GaIway, André, Bowman, Quasthoff y Berganza.

En este panorama los festivales españoles han optado por la imaginación. Granada luce sus maravillosos espacios naturales, desde la Alhambra hasta el Sacromonte, en una equilibra da mezcla de músicas cultas y populares. Y San Sebastián, siempre tan sorprendente, convoca uno de sus conciertos nada menos que en las cuevas de Zugarramundi, en obras musicales relacionadas con la brujería, y evidentemente con la Orquesta de Galicia, dirigida por el dinámico Víctor Pablo Pérez.

No se agotan con esta relación los puntos de atracción. Christie sigue oficiando desde Aix-en-Provence; Santa Fé, en Nuevo México une exotismo y buen criterio; en Martina Franca, se representa por primera vez en el siglo XX Caritea Regina di Spagné, de Mercadante, y en Florencia, Ronconi pone en escena el interesante Fierabras, de Schubert. Propuestas todas ellas en que pueden saltar esos chispazos de emoción y genialidad que, como aficionados taurinos o buscadores de pepitas de oro, persiguen irresistibles al desaliento tantos y tantos profesionales y aficionados a la música.

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