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Séguin, segundo de Chirac, irrumpe con fuerza en la campaña electoral francesa

Enric González

Los grandes actores de la campaña electoral francesa han intercambiado sus papeles. El primer ministro candidato Édouard Balladur y su segundo Charles Pasqua, enredados en una madeja de errores y en declive de popularidad, ya no tienen ventaja alguna y se ven forzados ahora a una actitud agresiva. Jacques Chirac, del que colgaba hasta hace poco la etiqueta de perdedor, juega al estadista sereno y delega los ataques en el, presidente de la Asamblea Nacional, Philippe Séguin, un "gaullista de izquierdas" que ha asumido el control de la candidatura chiraquista y cuya figura se agiganta por momentos.

Séguin, el más antiballadurista de los políticos franceses, pese a militar como él en la gaullista Reagrupación para la República (RPR), ha conseguido ya dos de sus objetivos: el primero, difícil, acorralar a la poderosa escuadra de Édouard Balladur; el segundo, casi imposible, identificar a su jefe Jacques Chirac con un cierto progresismo social y captar simpatías desde la izquierda.Séguin se muestra extraordinariamente eficaz en sus ataques y descalificaciones contra Balladur, sin citar nombres, como exige hasta el momento la cortesía entre correligionarios, y permite que Chirac, el antiguo exaltado de la derecha, se erija en campeón del comedimiento.

Al Gore quita hierro

En Bruselas, el vicepresidente norteamericano Al Gore declaró que había "crisis en la relación entre Francia y los Estados Unidos", al ser preguntado por el caso de espionaje denunciado por los balladuristas en plena batalla presidencial en Francia. Gore destacó que no había habido expulsión alguna de presuntos agentes. "Este asunto prefiero tratarlo privadamente", señaló, antes de añadir: "Las relaciones entre Francia y Estados Unidos son y serán siempre fuertes", informa Xavier Vidal Folch. Pero el vicepresidente de EE UU no se recató en discrepar abiertamente de París en el contencioso audiovisual durante la conferencia del G-7 que se desarrolla en la capital belga.

Por otra parte, la campaña electoral francesa ha experimentado durante los dos días pasados su primer momento luctuoso, con el entierro del joven marsellés tiroteado por tres neofascistas del Frente Nacional, y varias manifestaciones de protesta contra el suceso. Los tres empleados del partido de Jean Marie Le Pen ingresaron en prisión el viernes, acusados de homicidio voluntario, complicidad en homicidio y tenencia de armas. Unas 3.000 personas acudieron el viernes al entierro de Ibrahim Ali, de 17 años, y unas 20.000 se manifestaron ayer en Marsella contra el racismo y contra el Frente Nacional. Hubo también manifestaciones en París, Lyon y otras ciudades.

Los alegatos de legítima defensa expuestos desde la noche del crimen por los tres acusados y por los dirigentes del Frente Nacional "no concuerdan en absoluto" con los indicios recogidos por la policía, según afirmó ayer un portavoz de la Fiscalía. En cuanto al presidente del Frente Nacional, Jean Marie Le Pen, hoy aparecerá en el programa estelar de la política francesa, Sept sur sept, sin la presencia de su célebre presentadora Anne Sinclair. Sinclair alegó razones de ética para no entrevistar a Le Pen, quien tendrá que conversar con un periodista suplente.

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