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Julian Schnabel: "Quiero que la gente aprenda a disfrutar de la vida"

El cotizado pintor estadounidense expone en la Fundación Miró de Barcelona

Julian Schnabel (Nueva York, 1951) hace lo que le da la gana. Es una estrella, como las del rock o del cine, pero en pintura. Puede hacer lo que quiere, y lo hace. Como hizo ayer, por ejemplo, mientras dirigía el montaje de la exposición que inaugurará mañana en la Fundación Miró de Barcelona y que recoge 4 esculturas y 30 pinturas de gran formato realizadas entre los años 1979 y 1994. La exposición estaba montada, en teoría, pero llegó él y decidió modificarla. Algunos cuadros cambiaron de ubicación cuatro veces en media hora. Y se necesitaban ocho personas para trasladarlos. "Quiero abrir la mentalidad de la gente para que aprenda a disfrutar de la vida" indicó el artista.

Schnabel es simpático, eso sí. Tras hacer aguardar a los fotógrafos más de una hora, les amenizó la espera con un chiste -bastante gracioso- que rompió el hielo, aunque después intentaba controlar incluso el enfoque de las fotografías. Pero no parece que sea fácil enfadarse con él. Posaba alegremente. "Claro que me río. Todos los artistas son serios, es como si estuvieran llorando siempre y nunca perdieran su mirada inspirada. Yo soy muy feliz y no sé por qué tengo que poner cara seria".Él no lo hace. Es uno de los artistas más cotizados y famosos de Estados Unidos y se le conoce por lo mucho que le gusta vivir bien. No tiene sangre latina -nació en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia judía de origen checoslovaco-, pero es como si la tuviera. Habla un castellano bastante correcto, intercalado con palabras en inglés, y en sus obras hay múltiples referencias a la cultura hispana. "Viví en la frontera de México cuando tenía 15 años. Mi padre tenía un negocio de ropa usada y trabajaba con él. Fui a México muchas veces a lo largo de 25 años. He estado en la jungla, y en sitios donde no había nadie. Hacia surf y viajé a muchos sitios raros y extraños para practicarlo. Desde mi adolescencia escucho el español. Y mi mujer, Olatz, es de San Sebastián, mis hijos son españoles y he vivido en España. Me gusta mucho. La corrida, la gente... Es algo muy familiar para mí, aunque seguramente en mi obra sale más la parte hispana. Me divierto escribiendo cosas en otro idioma. También me gusta mucho oír un sonido y no entenderlo. Es un descanso no conocer el significado de cada palabra. A veces escucho el español como si fuera sólo música".

Cantante y director

Y tal vez en el futuro se le conozca también como músico. De momento ya ha grabado un disco en el que, además de componer las canciones, canta. Saldrá al mercado en mayo de este año. "En general son canciones de amor dedicadas a mi mujer. Tengo cuadros sobre ella, pero he hecho estas canciones para hablar con ella cuando no está. Es un itinerario de sentimientos, algunos dulces, otros inquietos, otros fuertes, otros locos. Me he pasado dos años trabajando en este disco. Lo inicié hace dos veranos y me he pasado un año y medio grabándolo y haciendo los arreglos".

No es lo único en lo que ha estado trabajando. Lleva años dándole vueltas a una película sobre la vida de Jean-Michel Basquiat, el joven pintor de grafitos que murió de sobredosis a los 27 años tras subyugar al mundo del arte neoyorquino. "Dentro de una semana sabré si empiezo a rodar en mayo o no. Hay actores muy buenos, como Dennis Hooper y David Bowie, que hará el papel de Andy Warhol. El cine es un rollo porque las cosas cambian constantemente, pero tengo un buen guión y buena gente que quiere trabajar conmigo. Y nadie ha hecho una película de los años ochenta en Nueva York sabiendo lo que pasó en este momento. Yo fui testigo de todo. Fue una época muy interesante y divertida y, además, es importante hacer una película sobre un artista sin que la gente esté todo el día llorando o gritando. Una película necesita tener algo divertido, porque la vida es así".

Schríabel se dio a conocer a mediados de los años setenta con una famosa serie de cuadros en los que utilizaba platos rotos pegados a la tela sobre los que pintaba las figuras. Cocinero -en el sentido literal- antes que pintor, viajó por Europa durante algunos años, en los setenta, y recaló en España en varias ocasiones. En su obra los críticos ven referencias a casi todo, desde Gaudí a los expresionistas abstractos, al romanticismo, al barroco, al clasicismo, al simbolismo. "Empecé a trabajar con cosas que encontraba en la calle, o en la historia, o en otros rollos que la gente mayor que yo no consideraba arte. Pensaba que podía incluir estas cosas o estos materiales y tener una forma de actuar más libre. Ahora el mundo del arte ha cambiado mucho, pero yo empecé a mostrar estas cosas en 1977, hace casi 20 años".

En la Fundación Miró presenta cuadros enormes, inmensos, junto a otros de formato mediano. En ocasiones cuesta encontrar una unidad entre tal cantidad de cosas diversas. "Me gusta trabajar de muchas maneras diferentes. Con el cuadro doy algo a la gente, y no quiero acabar las posibilidades de los cuadros para transportarte. Utilizo grandes lonas que parecen un pedazo de papel viejo y antiguo; y a veces los grandes cuadros dan la sensación de que puedes pasear por ellos y al mismo tiempo son como dibujos pequeños".

"No sé", añade, "pienso que es un error para un artista hablar de sus cuadros. La verdad, creo que la gente viene a un sitio como éste con su equipaje, con su maleta, con su pasado propio, y en un momento, sin hablar, sin que nadie le haga discursos retóricos, llena este vacío de palabras con lo que lleva. Es lo mismo que hago yo cuando estoy trabajando, voy al cine o escucho un disco. Necesitamos estar abiertos a la experiencia. Es igual cuando te encuentras con alguien. Si tienes ideas preconcebidas y no dejas que la persona aparezca, sales con la misma idea que tenías antes".

Pequeñas batallas amargas

Admirado por unos y criticado por otros, Schnabel es un artista polémico. En España hubo voces que criticaron en su día que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía dedicara toda una sala a su obra. "Yo vendo un cuadro al Reina Sofía y doy los otros al pueblo español porque me encanta la gente española y pienso que es bueno que pueda tener estos cuadros. No lo hago por dinero, sino porque me da placer. Si no quieren los cuadros, que los quiten. No me importa. Estoy cansadísimo de esta estupidez"."En el mundo del arte estaban convencidos de que el trabajo de María Corral era muy bueno. Hacía un museo internacional. Y tuvo que cancelar una exposición que tenía que hacer conmigo porque había gente que creía que no había suficientes muestras de artistas españoles. Si necesito ser español para apreciar los trabajos de Velázquez, ¿cuál es entonces la función del arte?".

"Estoy cansado de los antagonismos y del sabor amargo de esta gente. Tengo una vida muy feliz, estoy enamorado de mi mujer, tengo niños y puedo relacionarme bien con la gente. Pero estas batallas... Es una pena que el Reina Sofía perdiera a María Corral, y eso que no somos amigos. Es una tontería que la gente ocupe su tiempo en pequeñas guerras como esta".

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