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La réplica de la cueva de Altamira será un museo

El patronato pone en marcha un plan integral a los 12 años de las visitas restringidas

El Patronato de Altamira estudiará hoy en Santillana del Mar (Cantabria) el estudio director que el arquitecto cántabro Juan Navarro Baldeweg ha redactado sobre laordenación del ámbito de la cueva y nuevos edificios para el Centro Nacional de Investigación y el Museo de Altamira, que contendrá una reproducción de la sala de las pinturas, declaradas por la Unesco unpatrimonio de la humanidad. La intervención pretende hacer compatibles la mayor protección de la cueva, que tiene entradas limitadas desde 1982, con la visita masiva y el respeto al paisaje.

Los representantes de las administraciones públicas, instituciones y personalidades que forman el Patronato de Altamira van a decidir hoy el plan de actuaciones sobre el futuro de las cuevas de Altamira, a partir del estudio que ha realizado durante un año el arquitecto y pintor Juan Navarro Baldeweg (Santander 1939), autor del Palacio de Congresos de Salamanca y la biblioteca de la Puerta de Toledo de Madrid. También intervendrán el arquitecto Carlos Baztán, de la dirección general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, y el director de las cuevas, José Antonio Lasheras.El Ministerio de Cultura, propietario y gestor de las cuevas, en las que invierte unos 100 millones anuales, ha dedicado seis millones a la elaboración de un estudio integral de las soluciones a los problemas de la cueva de Altamira y su entorno junto con una serie de actuaciones ordenadas en el tiempo.

Navarro Baldeweg ha previsto 22.000 metros cuadrados de superficie de nuevo arbolado. Lo que en un principio era un estudio del territorio y de volúmenes de los nuevos edificios se ha convertido prácticamente en un anteproyecto urbanístico y arquitectónico. En su trabajo, el arquitecto propone ampliar el actual recinto de seis hectáreas en otras 10, con terrenos a expropiar, y situar a unos 300 metros un complejo de edificios con la réplica de la sala de los policromos y la entrada de la cueva como parte integrada en un museo de sitio, de 3.500 metros cuadrados, con espacios de exposiciones, servicios públicos y otros ámbitos, internos de investigación.

La ordenación de la zona de las cuevas afecta también a la circulación entre Altamira y Santillana del Mar, con una distancia de dos kilómetros, a la eliminación de un camino que pasa sobre la vertical de la cueva, nuevas infraestructuras y aparcamientos de turismo y autobuses a 500. metros de la cueva y rodeados de vegetación.

En el plan de actuación, que deberá aprobar el patronato, figuran la adquisición de los nuevos terrenos, la red viaria, la realización de la replica, la construcción del nuevo museo y la demolición de los pabellones actuales cercanos a la entrada de las dos cuevas, en donde funcionan el museo y el centro de investigación.

Las ideas de Navarro Baldeweg, sobre todo pictóricas y espaciales, con relaciones de interior y exterior, de luces y sombras, se dirigen a la, conservación de las cuevas tras el progresivo deterioro sufrido en los últimos años con el turismo masivo. Afecta tanto al ambiente del espacio interior como a las condiciones geofísicas de los terrenos, convertidos en un parque arqueológico, incluida la vegetación que pisa ron los autores de las pinturas de bisontes, jabalies y una gran cierva, La reproducción de las pinturas, como parte central del museo, provoca en el arquitecto unas meditaciones sobre real y lo virtual que define en aspectos formales de la arquitectura. Esta zona del gran decorado o plató con las pinturas y la entrada original de la cueva forma una construcción dentro de otra arquitectura que se contagia con el paisaje. El edificio, estructuras de hormigón y mampostería de piedra que recuerdan los muros de los prados, se pega al terreno en un sentido longitudinal. Incluso llega a plantear una cubierta inclinada en el área de la réplica cubierta de césped. Todo ello con el sentido de situar la nueva arquitectura con el máximo respeto al medio ambiental.

"Razonablemente optimista"

José Antonio Lasheras, director, desde hace cuatro años de las cuevas y museo de Altamira, se encuentra "razonablemente optimista" ante el futuro de las distintas actuaciones que va a aprobar hoy el patronato. Considera que el estudio contiene la idea más ambiciosa y global en torno a Altamira, pero también que requiere "un gran esfuerzo de dedicación por parte de las distintas administraciones; mucho trabajo para sacarlo adelante".La cueva de Altamira se descubrió casualmente en 1868 y siete años más tarde el ingeniero Marcelino de Sautuola realizó los primeros estudios. La asistencia masiva y sin control dio la alarma sobre el estado de las pinturas, sometidas en los últimos años a minuciosos controles. Desde 1982 se aplica un régimen de visitas, que llega a 8.500 al año, con una entrada en mayo de 10 personas y de 40 en junio y, octubre. El museo recibe 100.000 visitantes al año.

Lasheras ha aportado un programa de situación, que, incluye la necesidad de una reproducción de la sala de pinturas, "una aspiración acuciante desde, hace muchos años, que se convierte en una demanda cíclica".

Nadie adelanta la inversión necesaria y el. tiempo, tras las experiencias de proyectos como el Teatro Real de Madrid y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.

El Ministerio de Cultura está dispuesto a realizar "fuertes inversiones" en Altamira.

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