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Gálvez publica su 'relación circular' con Luis Buñuel

Acompañan a las fotografías, escritos de Bacon, Cortázar, Juan Goytisolo y otros

Tras la exposición en Zaragoza de la obra del fotógrafo barcelonés Antonio Gálvez surge la edición española de las tomas, algunas muy célebres, que hizo a Luis Buñuel. Tras la muerte del cineasta, su biografía se ha disparado, y raro es el año en que no surge un nuevo libro o se reedita alguno antiguo. El último en España (Lunwerg, 1994) es esta edición de las imágenes de Buñuel por Gálvez y 10 composiciones en forma de collage inspiradas en él.

Se titula Buñuel, una relación circular con Antonio Gálvez y contiene, además de fotografías composiciones, textos de Francis Bacon, Julio Cortázar, Juan Goytisolo y otros. "Antonio Gálvez", escribe Claude Roy, "se deja habitar, asediar, penetrar por un rostro y por una obra, en este caso la de Luis Buñuel(...), que visto por Gálvez es Buñuel vivido por Buñuel". La mirada el fotógrafo en los recovecos del rostro y las actitudes de Buñuel adoptan, en efecto, un punto de vista al mismo tiempo buñueliano y exterior al cineasta: es reflejo e indagación, mezcla que da lugar a imágenes de fuerte originalidad, casi inesperadas en un rostro tan conocido y, sin embargo, reveladoras de algún rasgo suyo que nos es familiar.Antonio Gálvez, vinculado al cine y al teatro, y evidentemente contagiado por ambos, nació en Barcelona en 1928 y vivió en París desde 1965 hasta hace dos años, en que volvió a instalarse en España. Su colaboración con Luis Buñuel comenzó en 1969 y entonces inició su indagación con una cámara en los pliegues e la identidad y la obra del cineasta. Son famosas sus colecciones Esa falsa luz del día, imágenes sobre la locura y el suicidio, y La descomposición de los mitos (1976-1979), en la que hay 10 composiciones dedicadas a Buñuel. En 1980, algunas de sus fotografías, por encargo de la Unesco para el Día Internacional del Niño, dieron la vuelta al mundo. Posteriormente, realizó la serie Los diez mandamientos y, desde 1987, elabora El erotismo.

Saltos en el vacío

El crítico francés Robert Benayoun entra en la idea esbozada por Roy y delimita la idea de relación circular: "Galvez le reinventa a Buñuel la infancia ficticia que guarda en lo más profundo de sí mismo y [se convierte] en biógrafo de Buñuel sin haber sido su historiador. La relación entre Buñuel, Gálvez y la cámara es una relación circular, una especie de espiral engullidora".El libro reproduce un apunte de Juan Goytisolo sobre las diez composiciones: "La referencia obligada a Buñuel, liquidador como él de pompas y mentiras oficiales, le sirve a Gálvez para 10 magistrales saltos en el vacío, sin red y sin trampa: rompecrismas solitario de rabia y dolor, al que muy pocos artistas de hoy han osado siquiera acercarse".

En su prólogo al libro, José Miguel Ullán cuenta los orígenes de estas imágenes, desde el viaje de Gálvez al rodaje de La Vía Láctea hasta su retorno a su estudio de París: "Reapareció", cuenta Ullán, "aferrado a su cámara como Archibaldo de la Cruz [personaje central de Ensayo para un crimen, filme crucial de la etapa buñueliana en México] a su cajita de música. Se encerró en el cuarto de baño(...) Y vino, al término, con un espejo, a modo de bandeja, donde pataleaban monjas mártires y se desmoronaban las últimas ruinas y el amor hacia aguas y los rebaños no paraban de rezar(...) Allí estaba una foto en la que Gálvez enseña su delicada oreja de lobo en la figura extraviada de su cómplice y semejante: un Luis Buñuel que mira hacia arriba cuando le da por sospechar que escucha eso que no se olvida: el paso de los pájaros y del propio Gálvez, fotógrafo sin ley".

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