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ATENTADO EN MÉXICO

Dos crímenes demasiado similares

F. O., En sólo seis meses dos de los hombres más identificados con el cambio desde el poder en México, el aspirante presidencial Luis Donaldo Colosio, y el hasta ayer secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Franciso Ruiz Massieu, han sido asesinados a tiros en la calle. A ambos los mató un sólo individuo, con la coincidencia también de que los dos asesinos lo hicieron a ojos de todo el mundo y sin prevenir el riesgo de ser inmediatamente detenidos.

El asesino de Ruiz Massieu intentó huir después de ejecutar el crimen y comprobar con sangre fría que había matado a su víctima, pero un policía que se encontraba en los alrededores del lugar de los hechos lo capturó de inmediato neutralizándolo con un revólver con el que le apuntó a la sien. Fue entregado inmediatamente a la Procuraduría General de la República y protegido de cualquier tipo de contacto con el exterior que pudiera costarle la vida a manos de terceras personas.

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Reséndiz, cuyo apellido es al parecer lo más seguro hasta ahora en la identidad de un individuo que ya ha ha confesado llamarse de dos formas (Joel y Hernán), aparentaba en el momento de su detención un estado muy similar al de Mario Aburto -el hombre que mató a Colosio- cuando fue capturado en Tijuana. Los dos expresaban una serena frialdad en sus rostros.

Una mano negra

La coicidencia de uno y otro crimen político en el año del relevo presidencial en México y las características similares no sólo en lo que respecta a las víctimas sino también a los autores de ambos crímenes vuelve a destapar la eterna sospecha de que una mano negra trata por todos los medios de interferir en el proceso de cambio a que está condenado México. Al menos lo ha hecho segándole la vida a dos de las personas que se habían comprometido a llevar a cabo esta difícil y complicada empresa.

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Extraoficialmente se difundieron ayer de forma un tanto apresurada versiones que implican al mundo del narcotráfico con este crimen político, especialmente por ser la víctima hermano del segundo procurador de la República. También incluso se llegó a especular con una venganza personal entre alguien del Estado de Guerrero y Ruiz Massieu, que fue gobernador de esa entidad hasta hace unos años.

Observadores políticos no daban ayer crédito a estas especulaciones. De hecho, aún no se desconocía que había dicho en el interrogatorio el detenido y si sus primeras confesiones eran ciertas o no. La experiencia advierte que las precipitaciones terminan convirtiéndose en errores mayúsculos. Ya ayer algún locutor de Televisa advertía que se trataba nuevamente de la obra de un loco.

Lo cierto es que, seis meses después, la muerte de Colosio no ha sido esclarecida y un enredo tremendo se cierne sobre el caso. El temor, ahora, es que tampoco se sepa quien ha matado a Ruiz Massieu y lo que fue en su día un crimen contra un destacado dirigente del PRI, como fue el caso de Colosio, se convierta ahora, con el de Ruiz Massieu, en otro crimen pero contra una forma de pensar dentro del PRI.

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