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Entrevista:

"Aquí somos extremistas: comunistas o fascistas"

Juan Arias

ENVIADO ESPECIALEl último ramalazo del viejo régimen que se está desmoronando es el intento de interrumpir la sátira política en los medios de comunicación hasta después de las elecciones. El viñetista de Il Manifesto, Ellekappa, ha hecho un dibujo en el que se lee: "Hay que ser comprensivos: se han comido un país entero y ya no son capaces de digerir ni la sátira".

Quien mejor sabe de este tema es Forattini, el gurú de la satíra política de este país. Forattini trabaja hoy para La Repúbblica y Panorama y anteriormente lo había hecho para La Stampa de Turín y para el semanal L´Espresso.

Pregunta. ¿Cómo se siente un viñetista como usted cuando se derrumba un régimen y desaparecen los personajes que caricaturizó miles de veces?

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Respuesta. Se prepara uno para el próximo régimen.

P. ¿Pero no se había aficionado a los viejos políticos?

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R. No, porque además creo que he contribuido a derrumbarles. Lo que ocurre es que antes de acostumbrarse a los nuevos hace falta un cierto tiempo. Yo trabajé para esos nuevos, aunque no sé si se lo merecen.

P. Porque piensa que no es tan nuevo lo que llega.

R. Algunos se presentan como nuevos, pero no lo son. Otros sí. La Liga de Bossi es una novedad. Es la que permitió la operación de saneamiento del juez Di Pietro. Y nuevo es también Berlusconi.

P. ¿De verdad lo ve como un personaje nuevo? ¿No es acaso la sombra de Bettino Craxi?

R. Eso es verdad sólo en parte. Berlusconi es una especie de genio que se hizo a sí mismo en un país como éste, fuertemente estatalista. Por eso, para asegurarse espacios de libre comercio que hubiesen sido normales en otro país, tuvo que apoyarse en políticos como Craxi. Pero, una vez caído Craxi, no es que Berlusconi se ha desplomado con él; al revés, ha surgido con mayor fuerza.

P. ¿Se atreverá ahora a meterse con él como con Craxi?

R. En cuanto entre en el Gobierno y tome decisiones será, sin duda, golpeado por mí, pero dispararle ahora gratuitamente no tendría sentido. Hoy todos le disparan en Italia porque le tienen miedo.

P. ¿No lo dibujará fascista como a Craxi?

R. En realidad, yo dibujé a Craxi como dictador, porque fascista nunca lo fue; dictador, sí. Berlusconi es distinto; es adorado por mucha gente a quien da tranquilidad. Es un hombre riquísimo y que nunca ha enviado al paro a sus trabajadores como han hecho otras grandes empresas, empezando por Fiat y Olivetti, para que les resuelva el problema el Estado.

P. ¿Pero es posible que Berlusconi no haya pagado también como otros empresarios tangenti a los políticos?

R. Probablemente se las pagaba directamente a Craxi. [Y, riéndose, añade]. Quizá iba él mismo con el maletín.

P. Umberto Eco ha dicho que lo que nace con Berlusconi no es una derecha, sino un movimiento anti-Estado.

R. Eco dice que Italia ha estado siempre en manos de los lobbys, pero él, ¿dónde estaba? Lo cierto es que se ha convertido en el primer escritor italiano que se ha enriquecido y ha sido feliz en un país de gran libertad. No debería escupir sobre el plato en el que ha comido. Yo siempre he luchado para derribar este régimen partitocrático, pero por eso no digo que en Italia no haya habido democracia.

P. Pero, ¿por qué le da tanto miedo un país en el que pueda llegar a gobernar la izquierda?

R. Lo que quiero es que aquí, en Italia, como en los países más serios, haya dos fuerzas, una progresista y una conservadora, que se alternen en el poder. Pero el PDS de Occhetto es el viejo comunismo disfrazado. Conserva hasta el mismo lenguaje. Es otra Iglesia. ¿Es posible que en Italia no se pueda ser laborista, liberal, socialdemócrata? Siempre somos extremistas: o comunistas o fascistas. Yo creo que estas elecciones abrirán el camino hacia un nuevo tipo de política.

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