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El Parlamento ruso entra en guerra con Yeltsin

La Duma (Parlamento) de Rusia aprobó ayer una amplia amnistía política que, de cumplirse, significará la libertad para los golpistas soviéticos de agosto de 1991 y para todos los que participaron en los trágicos acontecimientos de septiembre y octubre de 1993, que culminaron con el bombardeo de la Casa Blanca, sede del Parlamento. Las ínmediatas reacciones a este borrón y cuenta nueva revelan que sigue abierta la profunda crisis política que azota Rusia. Mientras la mayoría de los diputados calificó esta amnistía de "decisión histórica" que marca el comienzo de la reconciliación nacional, los demócratas radicales de Opción de Rusia afirmaron que se trata de un grave error que puede conducir a la guerra civil.

La Duma aprobó por 253 votos a favor, 67 en contra y 28 abstenciones un paquete de cuatro documentos que incluye: 1) una amnistía para cierta categoría de delincuentes comunes -propuesta por el presidente ruso, Borís Yeltsin-; 2) una amnistía política y para algunos delitos económicos: pone en libertad a los golpistas y a los protagonistas del asalto a la Casa Blanca; 3) un Memorando de Acuerdo para superar la crisis que vive Rusia, y 4) la liquidación de la comisión parlamentaria para debía investigar los acontecimientos de septiembre de 1993. Sólo los diputados de Opción de Rusia estuvieron en contra de aprobar esta propuesta del perdón.La Fiscalía General de Rusia admitió la validez de la amnistía e iniciará probablemente hoy los trámites para excarcelar a los presos, entre ellos al ex vicepresidente ruso, Alexandr Rutskói, y al ex presidente del Parlamento, Ruslán Jasbulátov.

La decisión es interpretada por algunos analistas como un desafío a Yeltsin, quien hoy debe pronunciar su primer mensaje ante las dos cámaras. En un comunicado de la secretaría de prensa de Yeltsin se califica la amnistía como un "reto a la democracia rusa".

Yeltsin se negó a ofrecer una amnistía a sus enemigos políticos y prefirió proponer un perdón a los delicuentes comunes. La oposición aprovechó la conyuntura para presentar su propio proyecto de amnistía, que argumentó con la necesidad de comenzar con una página limpia la nueva historia de Rusia.

"Es un momento histórico de conciliación y liberación del yugo de los errores históricos", declaró el líder ultranacionalista VIadímir Zhirinovski al comentar la amnistía aprobada. Para Zhirinovski, la decisión supone el "final de la guerra civil" en Rusia.

Esta euforia no era compartida por todos los parlamentarios, en especial por los representantes de Opción de Rusia, bloque radical que lidera el arquitecto de la terapia económica de choque en Rusia, Yegor Gaidar. Éste piensa que los políticos "liberados comenzarán a formar grupos de militantes para sacarlos a la calle en los próximos meses". Serguéi Yushenkov, secretario de la fracción Opción de Rusia y presidente del Comité de Defensa de la Duma, opinó que la amnistía prácticamente equivale al "comienzo de la guerra civil". Y añadió: "Debido a la situación económica es indudable que habrá gente que seguirá a estos líderes en sus acciones desestabilizadoras".

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Está claro que los políticos que están presos en Lefórtovo no permanecerán al margen de la política. El diputado VIadímir Lipitski aseguró ayer que Rutskói, después de recobrar la libertad, "volverá a liderar el Partido de Rusia Libre". Tampoco cabe esperar que Jasbulátov se quede en casa, y muchos menos los líderes extremistas como Víctor Anpílov, de Rusia Obrera, Illá Konstántinov, del Frente de Liberación Nacional, o Stanislav Térejov, de la Unión de Oficiales.

Si se tratara de una ley, el presidente Yeltsin podría confiar en que fuera bloqueada por el Consejo de la Federación, la cámara alta del Parlamento ruso, o, en último término, vetarla él mismo. Pero el envenenado problema es que la amnistía se adopta por resolución de la Duma y no necesita más aprobaciones.

Borís Yeltsin no puede hacer nada en contra. Sin embargo, algunos de los más acérrimos enemigos de esta medida le están incitando a no reconocer el documento. Si Yeltsin les hace caso, Rusia puede estar igual que antes de septiembre de 1993, es decir, en una confrontación entre el Legislativo y el Ejecutivo debida, como entonces, a una transgresión de la Ley Fundamental por parte de Yeltsin. Haber dejado la amnistía en manos de la Duma demuestra que Yeltsin y sus asesores no pensaban que podían perder las elecciones parlamentarias de diciembre pasado.

La amnistía ha sido aprobada en un día simbólico, fiesta del Ejército ruso. Fue en la manifestación organizada para festejar esta fiesta cuando hace dos años hubo el primer enfrentamiento de la oposición con las fuerzas del orden público de Rusia.

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