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La generación X

La película 'Bocados de realidad', reflejo de una camada emparedada

La llamada generación X, de 18 a 30 años, ha encontrado su primera película. Reality bites (Bocados de realidad) es el título; Ben Stiller, 32 años, el director; Helen Childress, 23 años, la guionista.Con apenas quince días de existencia en las carteleras de Estados Unidos, Reality bites lleva camino de convertirse en un producto insignia. Un reverso de Nueve semanas y media, emblema de los yuppies en los ochenta, o una corregida continuación de El graduado, de los sesenta.Winona Ryder, propuesta para un oscar por La edad de la inocencia, sería en esta película, ambientada en Tejas, lo que Dustin Hoffinan en la California de hace 30 años. De hecho, ambas generaciones tienen algunas apariencias comunes. Son anticomunistas, prefieren la tranquilidad a la competitividad y huelen por el estilo a marihuana.

Los de la actual generación X reciben este nombre de la novela con el mismo título que publicó Douglas Coupland en Estados Unidos y que tradujo al castellano Ediciones B el otoño pasado. Coupland, que tenía 30 años cuando redactó el libro, hizo poco más o menos lo mismo que ha hecho ahora Ben Stiller con semejante edad, con similar sentido del humor y una misma cinta tejida sin alardes.

En ambos productos, los argumentos son meros pretextos para enseñar el estilo de una juventud con pocas perspectivas. No hay grandes pasiones ni ideas fuertes que contar. Coupland llamó a esta generación X porque, aun perteneciendo a ella, pensó que la indefinición era su mejor marca. Sus componentes no visten de uniforme, como los punkis, o pertenecen a una comunidad, como los hippies. No fórman parte de un sector social determinado ni se mueven a impulso de una creencia ni de un líder. El conjunto, que se calcula en unos 45 millones en Estados Unidos y rondará los seis millones en España, flota sobre la contemporaneidad sin rumbo claro. Se les compara con los jóvenes de los sesenta en cuanto vuelven a fumar hierba, aman la relajación y se declaran anticonsumistas, pero no pueden gozar, en tiempos del sida, del amor libre, que patrocinaba la revolución sexual de los sesenta, ni tampoco de un porvenir laboral como el de aquellos años.Todos los protagonistas de RealitY bites trabajan en empleos tan precarios que dos de los tres personajes centrales son despedidos en los 100 minutos escasos que dura la cinta. A su titulación universitaria los X no pueden concederle valor ni en el momento de graduarse ni después. No les sirve para casi nada. Uno (Troy) es guitarrita, otra (Vickie) vende ropa en la cadena Gap, Lelaina (Winona Ryder) trabaja provisionalmente de ayudante de realización en un programa matutino de televisión.

No disponen, por tanto, de mucho dinero para nada. Vienen acaso de. familias acomodadas, pero visten de Sepu y se han acostumbrado a arreglarse con cualquier cosa de segunda mano. No pueden ni quieren nada con el consumo de marcas. Con una alusión irónica a los signos de la publicidad, Vickie Miner, que trabaja en Gap, mira de frente a la cámara y dice, enalteciendo irónicamente el producto: "¡La gente no tiene idea de lo que se lleva!".

Sus empleos frágiles o a tiempo parcial les hacen sentir que sólo existe el presente. "La promesa que me he hecho a mi misma", dice Lelaina, "es que no me preocuparé de cómo vayan a resultar las cosas". ¿Decepcionados? Francamente. Sienten lo que Coupland llamaba envidia demográfica. No haber crecido en otra época en que las cosas eran más fáciles, como les ocurre a la generación que nació en los cuarenta o a la última de los yuppies. En la película, Lelaina se enamora precisamentede un yuppy llamado Michael y Michael se enamora de ella.

El director, Ben Stiller, que en la película interpreta además este papel, es relativamente conocido como humorista a partir de un programa que presentó en la cadena Fox y otro en la MTV. En la MTV, la cadena de vídeos musicales,- existía un concurso de vídeos caseros que llevaba el mismo título de Reality bites. ¿Bocados de realidad? No podrá decirse desde luego que la buscada comercialidad de la película radique en sus ideales: "El mayor, el más profundo, el más importante invento de mi vida es el trago grande", dice Lelaina sorbiendo lo que podría ser un falso zumo de cerezas en un vaso de cartón gigante. Aman la relajación y se, declaran anticonsumistas pero no pueden gozar, en tiempos del sida, del amor libre

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