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EE UU pide a Moscú "menos tratamiento de choque y más atención terapéutica"

Antonio Caño

La Administración norteamericana está en pleno proceso de elaboración de una nueva política hacia Rusia en el sentido de promover que las reformas hacia la economía de mercado en ese país se apliquen de manera más lenta y equilibrada de lo que hasta ahora ha hecho el Gobierno de Borís Yeltsin, quien día a día va perdiendo peso en Washington. La nueva política norteamericana ha sido definida por el embajador Strobe Talbott, que es la principal autoridad sobre Rusia en el Gobierno de Bill Clinton, en los siguientes términos: "Menos tratamiento de choque y más atención terapéutica".Esa política incluye, según el alto funcionario estadounidense, la aceptación de Zhirinovski como un mal inevitable a quien "no se puede volver a declarar la guerra fría" y la necesidad de que, en el futuro, las reformas en Rusia sean ejecutadas de forma coordinada entre el presidente y el nuevo Parlamento.

El responsable norteamericano dejó claro que Yeltsin ya no es el único interlocutor de la Administración en Moscú, y no descartó incluso que Estados Unidos pueda seguir empujando los cambios democráticos a través de personas que hoy se oponen a Yeltsin. Talbott dijo también que Estados Unidos "no está satisfecho con la forma en la que se han ejecutado hasta ahora algunos programas de privatización y reestructuración".

Strobe Talbott ha hecho, por primera vez, una interpretación autocrítica de los resultados de las recientes elecciones en Rusia, y ha pedido a todos los países del Grupo de los Siete que "comprendan que las reformas tienen que hacerse de acuerdo a un balance entre los imperativos económicos y los imperativos políticos". "Ésta es la única forma", dijo Talbott, "de que Rusia se mantenga en el camino de la democratización".

Strobe Talbott, quien visitó la pasada semana Rusia junto al vicepresidente norteamericano, Al Gore, anunció que su país tendrá "una visión más abierta" de los acontecimientos en Moscú. Talbott manifestó que, dentro de una concepción más amplia, incluso los votantes de Zhirinovski deben ser tenidos en cuenta para el futuro, "porque no son votos en favor del fascismo, sino una manifestación de protesta por el ritmo con el que se están ejecutando los cambios".

"Las elecciones enviaron el mensaje de que las reformas han sido aplicadas hasta ahora con desorden, con un enorme daño para la mayoría de los ciudadanos rusos. Este mensaje tiene que ser escuchado por su Gobierno por los países del G-7", señaló.

El diplomático explicó que, más que una aplicación más lenta de las reformas, lo que hay que hacer es "adoptar un concepto más amplio de las reformas". "En lugar de fijarse sólo en los indicadores económicos, nuestra política debe prestar atención también a los factores sociales, que se reflejan en la miseria", añadió.

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En una clara indicación de que Washington no volverá a respaldar ciegamente a Yeltsin en un nuevo conflicto con el poder legislativo, el embajador de Estados Unidos advirtió también que los cambios que se hagan en Rusia a partir de ahora deberán hacerse de forma negociada con el Parlamento.

Las últimas elecciones, que trajeron de nuevo a la mente de los gobernantes norteamericanos la imagen de la desestabilización, han hecho recapacitar a Washington sobre el hecho de que es más importante la seguridad -mejor garantizada por una Rusia estable- que la democratización.

Strobe Talbott no demostró gran preocupación por la situación de las Fuerzas Armadas en Rusia. Consideró que el fuerte respaldo obtenido por Zhirinovski entre los militares es más "una manifestación de frustración" que un apoyo a posiciones fascistas. El embajador norteamericano añadió que todavía no están decididos todos los aspectos de la nueva política hacia Rusia, pero aseguró que lo estarán cuando el presidente visite el país en enero.

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