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Entrevista:

La estrella es Jean Nouvel

En apenas cinco años, Jean Nouvel (1945) se ha convertido en la estrella de la arquitectura francesa. Su carrera fulgurante prosigue, sin embargo, bien abastecida de combustible. Nouvel es un peso pesado, desde los kilos de su dotación intelectual hasta la fornida complexión de jugador de rugby ataviado para un número de la Fura dels Baus.La crisis económica ha reducido el estudio que comparte con el suizo Emmanuel Cattani en una nave protoindustrial a unas 50 personas, menos de la mitad en unos meses, pero no ha mermado su entusiasmo. Sigue trabajando hasta altas horas y concediéndose un ocio noctámbulo que comparte con artistas, intelectuales y gentes del espectáculo.

Para Nouvel, que pasa con facilidad de citar a Le Corbusier para referirse a Foucault, Win Wenders, Baudrillard o Deleuze, "la arquitectura es la introducción de los valores de la cultura en o construido". Nada, pues, de encasillamientos. Nada de ensimismarse en relecturas profesionales de los arquetipos históricos. La arquitectura que Nouvel declara preferir es "aquella que provoca emociones, sensaciones, signos e imágenes obtenidos del repertorio de la civilización actual, sean de la técnica, las artes plásticas, la prensa, la publicidad, el cine, los espectáculos...".

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Durante la, entrevista, desarrollada en un ambiente de luces indirectas sobre una habitación laboral de teatro de vanguardia, el arquitecto se refirió a su antiguo deseo de haber sido pintor y a su vigente proyecto de realizar una película. Cualquiera sospecharía de Nouvel, invariablemente vestido de negro, que pertenece al mundo de la moda, el ballet, la escena. De hecho, los comienzos de Nouvel estuvieron muy asociados a la rehabilitación de teatros, ciclo que ha continuado hasta la reciente inauguración de la ampliación y reforma de la ópera de Lyón.

De su primera epoca teatral nació la amistad con el escenógrafo Jacques Le Marquet, quien durante años se convertiría en su sparring-partner para las más diversas cuestiones. "Hablábamos de todo y en todos los sentidos", dice Nouvel. "Hablábamos de, escenografía y de arquitectura, pero repetidamente de cocina, de erotismo, de literatura, de Jean Vilar y del marqués de Sade, de realismo, de jubilación. Me daba cuenta de que mis pequeños problemas le divertían, y para mí su cultura y su rigor fueron como una droga".

Lo que significó Le Marquet en un ámbito amplio fue en otro sentido François Barré, con quien debatió concepciones sobre alojamientos sociales, y lo ha sido Jean Prouvé o, a lo largo de 25 años, Paul Virilio en ideas relativas a la velocidad, la instantaneidad y la desmaterialización, recurrentes en la obra del arquitecto.

-¿Puede decirse a partir de sus variados experimentos formales que existe un estilo Nouvel?

-Para mí la clave de mi estilo es la especificidad -dice-. Cada proyecto con el que me enfrento debe responder a un concepto diferente, de acuerdo con el tiempo y el espacio donde vaya a realizarse.

-¿Su obsesión por la actualidad, su optimismo y afirmación de lo contemporáneo, puede interpretarse también como una preferencia por lo efímero?

-Entre muchos de mis colegas más ilustres existe la preocupación por crear una arquitectura intemporal. Para mí, por el contrario, la arquitectura está fechada. Cada arquitectura tiene su época, y yo quiero que la mía dé cuenta directa de mi tiempo. Pero esto no significa que apueste por lo efímero. La torre Eiffel se levantó como algo circunstancial, y nadie después se ha atrevido a echarla abajo. No permanece lo que se construye con voluntad de eternidad. Permanece aquello que, dando cuenta de su tiempo, es capaz de hacerse reconocer y amar

Estas ideas, relucientes hoy, le ocasionaron abundantes fracasos en decenas de concursos a lo largo de los años setenta y el inicio de los ochenta. Sobre esta experiencia comenta: "Aquella realidad tenía el aspecto de una escuela de boxeo donde se propusieran aplicar a los discípulos los KO más brutales para hacernos, acaso, más aguerridos. 0, al menos, eso es lo que me convenía pensar. De otra manera, los hechos podrían haberme hecho creer un perdedor nato".

Pero las cosas cambiaron en 1982, cuando ganó el concurso para el Instituto del Mundo Árabe (IMA) y en cuya liza superó a campeones nacionales como Portzamparc, Lyon, Ciriani. Desde entonces o, sobre todo, desde 1987, en que culminaron las obras del IMA, su fama se ha dilatado planetariamente, y su pasión por el espectáculo ha logado seducir a los clientes: la nueva sede para la editorial Dumont-Schauberg, en Colonia, tiene escritos con grandes textos blancos sobre su fachada de vidrio las actividades de la firma; el centro cultural La Coupole, en Combs-la-Ville (Francia), posee el aspecto de un gran taller de reparación de automóviles adosado a un mausoleo; sus viviendas sociales de Hermet-Biron, en Saint-Ouen, o las de Némausus, en Nimes, tienen el aspecto de factorías high-tech, y forma de industria inmaterial presenta la sede del Instituto Nacional de Información Científica y Técnica, en Nancy. Finalmente, el Nuevo Teatro Nacional, proyectado para Tokio, recuerda el cuerpo de una ballena lacada, y la nueva sede de la agencia publicitaria CLM/BBDO, a orillas del Sena, evoca una ostra alada.

La arquitectura de Nouvel procede tanto del mundo del espectáculo como del espectáculo del mundo. Su brillo se aprovisiona de esta dialéctica. Pero ¿es, a la vez, Nouvel un luminoso producto para los media? "Los hechos mediáticos", contesta, "se producen a partir del interés que muestran los medios por los proyectos construidos o en marcha. Yo no cuento con un agente de prensa para nada. La noticia la generan las obras". La Tour Sans Fins (La Torre Sin Fin) es la gran noticia ahora. Sobre el centro de La Défense, el núcleo más espectacular de París, Nouvel construirá la torre más alta de Europa y la más esbelta (1:10 entre anchura y altura) de todo el mundo.

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