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Soldados en zapatillas

Los milicianos musulmanes que defienden Sarajevo, apenas tienen pertrechos adecuados

A los pies de la montaña de Trebevic, cubierta por la niebla, donde se extiende Sarajevo, Nino ha pasado la noche en su puesto, en la cima de la colina que llaman "el sombrero grande". Pertenece a la I Brigada de Montaña del Ejército bosnio, que arrebató a los serbios el control del monte el pasado mes de diciembre, y con el periscopio otea las posiciones serbias en las laderas del otro lado del valle.

Hace algo más de un año, Nino trabajaba como experto en electrónica en la compañía de ferrocarriles y paseaba con su hijo de 5 años por este monte convertido en línea de frente. Ahora, día sí día no, recorre a pie los 18 kilometros que separan la colina de su casa. Comparten su guardia un mecánico, un empleado de Correos, un conductor de autobuses y un músico de la orquesta de la televisión bosnia.En sus pequeños refugios de piedra y troncos, Nino, Cuza, Zuna, Popaj y Zdravko no tienen lo que se dice un aspecto feroz. Visiten vaqueros raídos y finos Jerseys. Cuza, por lo menos, lleva una cazadora militar, pero sus zapatillas deportivas llenas de barro le delatan. La mayoría de los combatientes del Ejército bosnio son civiles y el Gobierno no tiene medios para equiparlos.

"Al principio de la guerra tuvimos un pequeño entrenamiento, pero en realidad todos nuestros conocimientos vienen de cuando hicimos el servicio militar", explica Nino. El frente de Trebevic, al sureste de Sarajevo, es, sin embargo, uno de los más activos. Desde él se controla la ciudad, y también una de las carreteras de acceso a Pale.

La montaña ha pasado de manos serbias a bosnias en dos ocasiones. La última fue en diciembre. "Los chetniks huyeron, dejando detrás, todo su armamento, pero no lo pudimos recoger hasta la mañana siguiente, porque el frío era terrible", recuerda Cuza y muestra orgulloso una ametralladora yugoslava.

150 metros de distancia

Las posiciones serbias se encuentran a 150 metros. "Los chetniks son muy buenos tiradores con mortero", dice Popaj, mecánico de profesión. "Cuando les disparamos tenemos que cambiar de posición inmediatamente, porque responden muy rápido y con buena puntería".El pasado domingo, la dura ofensiva serbia contra Sarajevo convirtió de nuevo a Trebevic en un infierno. "Pensamos que esta colina se iba a partir en dos. Nos caían granadas por todas partes", dice Nino. Añade que murieron 29 hombres. En la ciudad se ha llegado a hablar de 200.

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Nino y sus compañeros llevan casi un año en el frente, pero todo les parece tan absurdo como el primer día. "Estamos ya muy cansados. Toda esta guerra tiene tan poco sentido", musita Nino. Sólo Cuzak, el conductor municipal, se muestra combativo, aunque confiesa que no quiere disparar más contra los serbios. "Cada vez que les damos, atacan la ciudad. Que me maten a mí no me importa, para eso estoy en la línea de frente. Pero que no den más a la ciudad. Nuestras familias están ahí abajo". Zdravko, el músico, cree que alguna vez todo volverá a ser como antes y sus hijos podrán pasear por las veredas de Trebevic los domingos. "Es el único motivo por el que estamos aquí".

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