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Manifiesto integrista en el primer juicio en Egipto contra guerrilleros islámicos

Uno de los tribunales en los que el Egipto pro occidental se apoya para dar legalidad a su campaña contra la versión más revolucionaria del islam en Oriente Próximo se convirtió ayer en púlpito del desafío que más teme el Gobierno de El Cairo. Con las manos esposadas a la espalda, un hombre llamado Hisham Abdel Zaber se desgañitó cantando versos del Corán y recordando a gritos que el asesinato del presidente Anuar el Sadat en 1981 fue obra de musulmanes como él.

El juicio abierto ayer es el primer trámite jurídico del gobierno de Hosni Mubarak contra los musulmanes extremistas de la Jainma al Islamiya (Agrupación Islámica) que han transportado su campaña guerrillera desde Alto Egipto hasta el corazón de El Cairo.Mubarak, jefe del único Gobierno árabe que mantiene relaciones diplomáticas con Israel, está ansioso por demostrar que es capaz de decapitar una insurrección con tinte religioso. Con sus ataques contra el turismo, la Agrupación Islámica ha expuesto la vulnerabilidad de un país pobre cuya economía depende mas que nunca de las divisas extranjeras.

El discurso de Abdel Zaher ante abogados y fotógrafos fue una confesión de lealtad a Omar Abdel Rahmán, el jeque ciego exiliado en Estados Unidos y cuyo nombre ha saltado a los titulares de la prensa mundial tras el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York el pasado 26 de febrero. "Alá es grande, no existe más dios que Alá" exclamó Abdel Zaher. Fue el prólogo de un manifiesto político y una denuncia. "El Islam triunfará. Si el terrorismo significa la legitimidad del derecho a la defensa de la vida, la fe y el honor, pues que nos llamen terroristas. Bienvenido sea el término", dijo el acusado.

Bajo la ley marcial que rige en Egipto desde hace doce años, Abdel Zaher y sus correligionarios podrían ser condenados a muerte acusados del delito de "dañar la economía del país por atacar el turismo".

Una pausa obligada por la lentitud del procedimiento ofreció a los acusados la oportunidad de denunciar ante organismos internacionales como Amnistía Internacional que en Egipto se practica la tortura.

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