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Honecker llega a Chile para pasar con sus familiares sus últimos meses de vida

El ex líder de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, llegó ayer a la capital chilena, para residir junto con sus familiares, en lo que serán sus últimos meses de vida, afectado por un cáncer hepático de carácter terminal. Al llegar al aeropuerto de Santiago fue recibido por su esposa, Margot; su hija, Sonia, y otros familiares.

Asimismo acudieron a recibir a Honecker dirigentes de los partidos comunista y socialista de Chile. Después de leer una breve declaración en alemán, en la que no se refirió a aspectos políticos, el anciano ex dirigente de la RDA partió en un coche a la clínica privada Las Condes, la más exclusiva del país, donde comenzó a ser sometido a exámenes.A las 14.05 horas de ayer, desde la escalera unto al avión, vestido con un terno azul y un sombrero, saludó a quienes lo esperaban.

Estuvo unos minutos reunido con sus familiares y amigos y posteriormente, sin vacilar, leyó una declaración en la que agradeció al Gobierno y al pueblo chileno por permitirle cumplir su último deseo personal, "ver nuevamente a mi querida y valiente compañera". Sostuvo Honecker que la solidaridad de los chilenos, de sus amigos y compañeros le ayudó en su grave estado de salud.

En las afueras del recinto vip del aeropuerto, cerca de un centenar de manifestantes izquierdistas esperaba a Honecker con pancartas y banderas de la desaparecida RDA. Una octavilla decía: "Los chilenos que encontraron una segunda patria en la RDA, te dan la bienvenida".

A los periodistas que lo acompañaron en el vuelo de Francfort a Sâo Paulo, desde donde prosiguió rumbo a Santiago, Honecker les dijo estar feliz por ir a Chile. "Fue una victoria para mí abandonar Alemania", afirmó, según informó la agencia de noticias Reuter.

Margot Honecker pidió comprensión con su marido, "un hombre siempre fiel a sus principios, cuya vida se apaga", en declaraciones suyas publicadas ayer por el diario La Nación. La libertad de Honecker; agregó, les una victoria de la enorme solidaridad internacional que suscitó su arbitrario ingreso a la prisión de Moabit". Indicó Margot Honecker que el juicio en Berlín contra su esposo fue "una farsa". Su mujer criticó como una "inhumanidad extrema someter a un hombre en estado terminal a un juicio que todos sabían que concluiría cuando él ya no estuviese vivo".

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