_
_
_
_
RELEVO EN LA CASA BLANCA

Bush: "Acabemos este el trabajo con elegancia"

El presidente George Bush se retiró ayer a la residencia de Camp David, en Maryland, para descansar tras la campaña. Antes se reunió con su Gobierno para preparar la transmisión de poderes a la nueva Administración demócrata, a la que ha prometido que hará todo lo que esté en su mano para facilitar la transición. "Acabemos este trabajo con elegancia", comentó a los cientos de empleados que le recibieron calurosamente en la Casa Blanca el pasado miércoles. A sus 68 años y con más de 30 en la vida política, Bush sabe que le ha llegado la hora de la jubilación. Tras de sí deja un Partido Republicano que mira con incertidumbre el futuro.

¿De quién ha sido la culpa? La pregunta resuena todavía en las filas del Partido Republicano con una mezcla de irritación y de asombro. En el fondo, muchos dirigentes no entienden cómo se ha podido perder el poder cuando hace doce meses, el presidente George Bush parecía imbatible. Y en función de a quién se declare culpable, el Partido Republicano adoptará un rumbo político u otro.El próximo 15 de noviembre, la reunión que celebran los gobernadores republicanos en Wisconsin servirá para conocer los primeros diagnósticos. En ella se espera la intervención de Dan Quayle, el vicepresidente y representante del sector más conservador del partido, que se propuso en la misma noche de la derrota como aspirante a la candidatura republicana de 1996.

Pero no todo el mundo parece dispuesto a permitir que el ala derecha, con la Coalición Cristiana de Pat Buchanan como motor de la operación, se quede con el partido. De hecho, se escuchan ya voces que acusan a este sector de la derrota, al romper la coalición de votantes que mantuvo durante 12 años a los republicanos en la Casa Blanca.

Gran parte del voto moderado se alejó del Partido Republicano cuando éste se decantó por una visión religiosa en temas como el aborto o las relaciones familiares.

, Los primeros análisis del voto republicano del pasado martes indican que el 27% de los votantes republicanos votó por Bill Clinton o Ross Perot y que el apoyo de los votantes que se consideran conservadores descendió de un 79% a un 65% en relación a las elecciones de 1988. El factor Ross Perot, el multimillonario tejano que ha realizado una campaña de corte populista y conservador, también se ha hecho notar.Perot perjudicó

En Utah, posiblemente el Estado de voto más conservador por la influencia que en él tienen los mormones, Ross Perot consiguió el 29% de los votos. Los excelentes resultados conseguidos por Perot en bastiones tradicionalmente republicanos indican que la candidatura independiente ha podido perjudicar más de lo previsto en un principio al presidente George Bush.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Los sectores que optan por situar al Partido Republicano en una posición más centrista que lo convierta en atractivo para sectores moderados del Partido Demócrata se espera que . den la batalla el próximo mes de enero cuando se proceda a la elección del nuevo presidente del partido.Un hombre importante en este sector es Jack Kemp, ministro de Vivienda y Desarrollo Urbano, del Gobierno Bush, y una de las cabezas más lúcidas del partido conservador.

Pero en la lista de primeras víctimas, que no culpables, de la derrota aparece ya un nombre clave: James Baker, el brazo derecho de George Bush que se vió obligado a dejar la Secretaría de Estado para hacerse cargo de la dirección de gabinete y la campaña del presidente cuando ésta comenzaba a naufragar. El nombre de Jim Baker era barajado por los republicanos pensando en el futuro que pasaba por la victoria de George Bush. El pasado martes por la noche en Houston, en la hora de la derrota, Baker estuvo junto su amigo George, pero no le acompañó en su regreso a la Casa Blanca. Por el contrario, anunció que se iba a cazar a su rancho del sur de Tejas. Bush, antes de iniciar su descanso en Camp David, se mantuvo fiel a su trayectoria y vetó la última ley aprobada por el saliente Congreso de mayoría demócrata, que preveía fondos para la recuperación de los centros urbanos y la concesión de créditos baratos para la compra de viviendas modestas. Fue el 37º veto de Bush a las leyes aprobadas por el Congreso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_