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Musicos y cineastas norteamericanos imponen la moda de la 'suciedad elegante'

Tom Waits, Juliette Lewis Traci Lords o Axl Rose son algunos de los líderes del 'Dirty chic'

David Trueba

Quienes creían que en los últimos años, de este fin de siglo sólo tendrían cabida los cuerpos atléticos y saludables, el aspecto lujoso e impoluto y la cultura de mesa, se han quedado totalmente fuera. Las drogas, la suciedad, la provocación, usar lo usado, las lecturas de James Ellroy y el no peinarse, conforman el dirty-chic, la moda de una suciedad elegante que probablemente ni siquiera sea chic, pero que ya preside las imágenes de las películas de la temporada y es exhibida por los músicos más importantes del momento. En tiempos de pobreza se imponer reciclar lo usado y olvidarse de lo nuevo. Eso sí, de la manera mas elegante posible.

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"Me paso todo el domingo con mis pantalones cortos y mi camiseta sucios, hasta que decido bajar a comprar", así comienza la última novela de la neoyorquina Tama Janowitz, una de las escritoras que conoce a la perfección el pulso de la modernidad.Tóm Waits, presentando su último disco, Bone Machine, ha dicho: "Podemos sacar muchas cosas de la basura sobre la que vivimos. Me gusta recuperar cosas viejas, comprobar cómo suenan los desperdicios, qué música puedo obtener de la basura". Son sólo dos confirmaciones de lo que la revista 20ans apuntaba recientemente: el triunfo del dirty-chic. La moda de lo sucio.Enterrado el punki a finales de los años setenta y vista la decadencia de lo que se dio en llamar realismo sucio durante los años ochenta, en los noventa parece imponerse un extraño cruce de ambas tendencias. Al menos en Estados Unidos.Existe un empeño en reciclar lo ya consumido, una fascinación por lo usado y un desprecio casi absoluto por lo nuevo. Se ha superado la línea del descuido. Lo que antes era un vestir descuidado, un peinarse sin atención, una decoración con descuido, ahora es sencillamente sucio. Y la suciedad termina por exigir tanta dedicación como la limpieza.En Melrose, la calle de Los Ángeles dedicada a ropa joven, los escaparates sugieren que lo que se lleva es el pantalón rajado, el parcheado, los desteñidos, la asimetría y la arruga. La exitosa tienda American Rag dedica su amplio espacio a ropa vieja y usada o nueva, pero que oculta su origen bajo un mal trato de fábrica. Y su público se obstina en comprar prendas que a ser posible no se ajusten a su talla. Todo ha de ser deliciosamente erróneo, encantadoramente sucio.El cine americano actual fagocita esta manía. Entre la avalancha de películas juveniles se observa la inclinación hacia áreas marginales aunque carentes de la rebeldía estomagante de otros tiempos. Ahora los jóvenes parecen cansados y, sobre todo, sucios. Para nada transmiten Sensación de vivir.

La generación anterior, la de los Tom Cruise, Charlie Sheen o Matthew Broderick, ha terminado por convertirse en una elegante, impoluta y algo engolada variación, del niño de papá. Sus sucesores, por el contrario, transitan por el lado salvaje de la vida. Hay tres parejas que ejemplifican a la perfección el amor del nuevo Hollywood por lo sucio.

Winona Ryder y Johnny Depp. Ella, taxista mugrienta en el último Jarmusch. Él, protagonista de Cry Baby, dirigida por el pope del mal gusto John Waters.Juliette Lewis y Brad Pitt. Ella robó El cabo del miedo a actores de la talla de Robert de Niro o Jessica Lange. Él, tras la escena caliente con Geena Davis en Thelma y Louise, dio vida a Johnnie Suede, un ingenuo y sucio cantante con tupé, en una modernez hip dirigida por Tom DiCillo. Ahora, juntos y felices, acaban de terminar Kalifornia, la K lo dice todo, donde interpretan a unos enamorados criminales que, por supuesto, pasean por el lado sucio de la vida.

Gary Oldrnan y Uma Thurman, confesos aficionados a no lavarse. El será Drácula en la próxima película de Coppola, que promete ser una adaptación barroca, lírica pero muy sucia del clásico de Bram Stoker.

Otro actor que estará en esa película es Keanu Reeves, que, junto a River Phoenix, protagonizó, en My Own Private Idaho, un auténtico pase de modelos de lo que. sería la perfecta suciedad.

Como Matt Dillon, que aparece en su última película, Singles, con melena y perilla y envuelto en trapos. Nicholas Cage, Kiefer, Sutherland, John Cusack, Martha Plimpton, estrellas de esta afición al pantalón roto, el pelo sucio, la cazadora mugrienta, las zapatillas siempre desatadas y las camisetas una encima de la otra.

En Los Ángeles se acaba de estrenar Pepi, Luci y Boom, de Pedro Almodóvar. El adjetivo favorito en su promoción es tasteless. Algo así como de mal gusto. Sin duda un adjetivo que ahora cobra auténtico valor positivo de cara al marketing.

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