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El toreo al natural

La actuación de Luis Francisco Esplá el pasado domingo en Las Ventas trajo al recuerdo de los aficionados veteranos aquellas memorables tardes en que Antonio Bienvenida se encerraba también con seis toros en el coso madrileño. El talante perfeccionista del maestro fallecido, su concepción enciclopédica de la tauromaquia, los conocimientos que allegaba a la lidia y el dominio con que los ponía en práctica, así como la pureza técnica y la sensibilidad artística con que interpretaba las suertes principalmente el toreo al naturalhan sido siempre referencia obligada en este tipo de acontecimientos.Esplá estuvo bien con los seis guardiolas y posiblemente no habría podido estar mejor, dado su escaso juego. Incluso cabría decir que es, quizá, el único diestro de la actualidad capacitado para afrontar con amenidad y repertorio el serio compromiso de lidiar seis toros. Porque este es uno de los principales retos que asume un torero cuando actúa como único espada: imprimir un ritmo sostenido a la corrida, desarrollarlo con dominio de la situación, allegar variedad en beneficio del espectáculo, resolver con torería los problemas de la lidia y si el toro se presta, hacerle el toreo fundamental.

La referencia de Antonio Bienvenida es obligada porque en sus actuaciones como único espada siempre lo hizo así. Queda en el recuerdo, principalmente, aquella memorable corrida del Montepío de Toreros del año 1955, en la que dio seis lidias completamente distintas, con sus faenas de muleta asimismo distintas y de gran brillantez. Y en ninguna faltó el toreo al natural. He aquí una de las radicales diferencias que median entre el toreo de nuestros días y el de todas las edades de la tauromaquia hasta hace apenas un par de décadas: el toreo al natural ya apenas se ejercita. Muchos toreros alcanzan resonantes éxitos por faenas que se proclaman paradigmas de la profesionalidad y hasta del arte, sin haber incluído en ellas ni un intento de toreo al natural.

Moda destructiva

La moda es destructiva para el arte de torear porque la suerte al natural está en sus propios fundamentos, es la de mayor dificultad y mérito, aquella que compendia los valores técnicos y estéticos del toreo. Todos los toreros de la historia definieron su categoría en el arte con que ejecutaban el toreo al natural.Bienvenida fue uno de los grandes y quienes le vieron en la corrida del Montepío no habrán olvidado las tandas de naturales que ejecutó al cuarto toro, aún mejoradas la famosa tarde de San Sebastián de los Reyes, en la que alcanzó la cumbre. Estaba presente el padre del torero, el legendario Papa Negro, y, al acabar la faena, pronunció aquella histórica frase: "Nunca había visto torear así, hijo; ahora ya puedo morirme tranquilo". Casi 40 años después ha dicho algo parecido el vicepresidente del club de fútbol Barcelona, Nicolau Casaus, con motivo de haber ganado la liga pero, evidentemente, no es lo mismo. Y, además, el Papa Negro lo dijo primero.

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