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El moro, el judío y el gitano

Un coloquio de historiadores analiza la formación del sentimiento racista en España

Jacinto Antón

Racismo y poder en la España moderna es el título del quinto coloquio de historia moderna organizado por el Centro de Estudios Pierre Vilar. El coloquio, que se desarrolla estos días en Barcelona en el ámbito del Institut d'Humanitats, ha reunido a (diversos especialistas en la historia de las minorías culturales y religiosas en la España de los siglos XVI al XVIII -judíos, moriscos, gitanos, indios-. El encuentro, según los organizadores, pretende propiciar una reflexión sobre el componente racista de la sociedad moderna a través del análisis de la formación de la imagen de alteridad de las minorías.

"Nuestra intención ha sido poner de relieve la existencia de formas de racismo más o menos explícitas en el ámbito de la España del antiguo régimen", explicó ayer a este diario Ricardo García Cárcel, uno de los responsables del centro Pierre Vilar. "Contemplamos el racismo como proceso de diferenciación del otro y analizamos cómo se crea esa imagen de alteridad que configura al malo de la película. (...) Nos hemos centrado en una serie de estereotipos creados por el antiguo régimen: el judío, el morisco, el gitano, el extranjero... Pretendemos demostrar que bajo los triunfales oropeles de la España imperial se escondía una realidad de marginación racial sórdida y feroz". A juicio de los especialistas, el odio al otro, al diferente, fue potenciado desde el poder en los siglos XVII y XVIII como forma de cohesión social y política.Rafael Carrasco, de la Universidad de Besangon, se ha encargado en el coloquio del, tema del judaísmo. "El conjunto de los problemas de las minorías en el antiguo régimen es extrapolable a, la actualidad", opina, "el racismo, la segregación, son comparables, aunque ya no se margine por cuestiones religiosas". Carrasco señala que los judeoconversos -en España no existían oficialmente judíos desde su expulsión por los Reyes Católicos- constituyeron una minoría pequeña pero muy activa. La marginación les fue impuesta a través de dos sistemas: el de la pureza de sangre y el de la pureza de fe. El primero se basaba en una serie de estatutos que permitían excluir a los judíos de cofradías, colegios y regimientos. De la pureza de fe se ocupaba el Santo Oficio; ser condenado significaba, por ejemplo, una inhabilitación para ejercer cargos públicos y una marca familiar que se arrastraba durante generaciones. Según Carrasco, no perviven en la España actual rasgos de antisemitismo. "El mismo Franco protegió ocasionalmente a los judíos; en el XIX, en el XX, ya no hay activación atávica de antisemitismo como en Alemania. El gran racismo español se dirige a los gitanos".

Bernard Leblon, de la Universídad de Perpiñán, se ha encargado de ese tema. "Aquí se quiso asimilar a los gitanos cuando en los demás países se los desterraba", explica, "eso tuvo un resultado concreto: en España los gitanos son sedentarios. Hasta 1610 se había pensado en su expulsión, pero se abandonó el proyecto: los gitanos no constituían un peligro político ni religioso. La política oficial para con ellos fue no considerarlos nunca una nación o una etnia aparte: eran una porción del pueblo español que había escogido una opción vital ociosa, vagabunda. Las leyes trataron de borrar toda forma de particularismo, prohibiéndoles su traje, lengua y música. Se llegó a considerarlos una secta, una secta de los sentidos, de costumbres perversas, de una sexualidad sin límites. La represión del gitano fue muy fuerte. Y a pesar de ello hoy perviven las señas de identidad gitanas. Lo que ha mantenido la cohesión es la estructura familiar por linajes, un sistema de obligaciones en el que ningún individuo queda abandonado a su suerte. (...) Hoy es cierto que existe una desintegración acelerada de su cultura, por problemas económicos,y por la droga; hace 50 años, los gitanos aún tenían un papel en nuestra sociedad como esquiladores o vendedores de caballos. La marginación no ha sido nunca tan grande como ahora".

El especialista en los moriscos Jean Pierre Dediue, de la Universidad de Burdeos, afirma: "El musulmán es para nuestra cultura a la vez el otro y el vecino bien conocido. (...) En toda la fachada sur de Europa, durante siglos, se produjeron intensos contactos económicos y simultáneamente grandes enfrentamientos militares con los musulmanes. Somos dos culturas vecinas muy cercanas y muy influidas recíprocamente. Es una vieja historia en la que hoy aparece un elemento completamente nuevo, muy definitorio: por primera vez, probablemente desde el imperio romano, la densidad demográfica del norte de África es muy alta, lo que convierte la zona en un gran polo de emigración".

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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