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"Dios no existe, yo lo he visto",

500 jóvenes filósofos han analizado en Oviedo la noción de Dios

En uno de los manteles de papel que cubrían las mesas del bar de la facultad de Filosofía de Oviedo, una mano anónima había escrito: "Dios no existe, yo lo he visto", dejando al perplejo lector en la duda de si lo visto era el inexistente Dios o su negada existencia. Unos pisos más arriba, casi 400 personas, que en algún momento llegaron a superar las 500, discutían, a veces con pasión, sobre Dios, aunque no sobre su existencia, que casi nadie aceptaba. Intentaban describir su origen, su sentido, su función y su presencia en el pensamiento y en la historia.

Fueron cuatro días en los que el Congreso de Filósofos Jóvenes discutió una de las ideas con mayor tradición en la filosofía. Luego, al final, decidieron que el próximo año, en Málaga, iban a hablar de la muerte.Teresa-Oñate, presidenta del congreso, lo abrió con una breve salutación a los presentes y recordó que para marcar el paso del joven al adulto acostumbra a usarse la expresión castellana "sentar la cabeza". Una expresión que a una colega italiana la dejó asombrada porque, dijo, "eso significa poner la cabeza donde normalmente se pone otra cosa" Y la voluntad de la profesora madrileña era que allí nadie hicera tal ejercicio, que todos fueran jóvenes, independiente mente de la edad oficial. Y para mostrar que la juventud es un don que puede estar reñido con la burocracia, dio la palabra, para inaugurar la reunión, a un "jubilado administrativo",Gustavo Bueno.

Reconocimiento

El congreso es itinerante, y cada año se celebra en una ciu dad diferente. El pasado fue en Plasencia (Cáceres), el que viene será en Málaga, y al otro, muy probablemente, en Lugo Este año tocaba Oviedo, y así era porque Bueno es quien más se ha dedicado a la idea de Dios desde una perspectiva estrictamente filosófica en la España de este siglo. Ir a Oviedo era en parte el reconocimiento de su obra. Y ello explica también que fuera él precisamente quien diera la primera conferencia y que interviniera en la última mesa redonda.Si en la primera sesión expuso la situación de sus investigaciones (véase EL PAIS de 16 de abril), en su última intervención definió el congreso con la misma lucidez de siempre cuando afirmó que había reflejado a las claras el pluralismo de intereses de la filosofía en España, sus diferentes preocupaciones, métodos e intereses. Para él, que cree en una filosofía verdadera y otra falsa, muchas de las cosas que allí se hicieron eran simplemente falsa filosofía, "filosofía degenerada", dijo, y añadió: "pero necesaria". Ese mismo día, un profesor del seminario católico le llamaba desde un diario asturiano "hombre de mirada turbia", quizá porque carecía de argumentos frente a los del filósofo.

El pluralismo de los filósofos españoles quedó de manifiesto en las diferentes sesiones del congreso que ha ofrecido mayor número de ponentes de los 27 celebrados hasta ahora: un total de 60 comunicaciones -bien es verdad que algún ponente se quedó sin público-, cinco mesas redondas y cuatro conferencias, todo ello acompañado de diálogos que unas veces se prolongaron hasta las cuatro de la tarde, sin que la gente abandonara su asiento par ir a comer, y otras se esparcían por la ciudad en restaurantes y locales de esparcimiento.

No pocos coinciden en afirmar que el nivel del congreso ha sido desusadamente alto -alguien incluso dijo que el rigor de la obra de Bueno no se merecía menos-, con ponencias capaces de aunar belleza y contenido sin dejar por ello de ser polémicas. Y es que el asunto que tratar no era baladí.

Apenas nadie reivindicó la existencia de Dios. Sí en cambio se reivindicó el agnosticismo, el ateísmo y también un cierto politeísmo en las mismas cosas, en su perpetuación. Esto último es lo que hizo Teresa Oñate tras una lectura minuciosa de Aristóteles. Dios como nada fue la propuesta del catedrático de Cáceres Isidoro Reguera.

Antonio Pérez, de Tenerife, analizó, desde Levinas, la ética como "acceso a lo divino", para concluir en la necesidad de un agnosticismo teológico que permita la total independencia de la moral respecto a la teología. Gabriel Bello partió del muro de Berlín -metáfora del bien y el mal, Dios y el diablo- convertido en reliquia comercializable, para describir el proceso de sacralización del mercado y de comercialización de lo sacro.

Se estaba en la muerte de Dios, casi se diría que asumida por la mayor, cuando Víctor Gómez Pin tomó la palabra para afirmar que Dios está más vivo que hace años, repasando los medios de los que sus portavoces se valen para penetrar en el tejido social a beneficio propio, siempre, naturalmente, en nombre de Dios.

Es quizá lo que hubiera podido insinuar Gonçal Mayos, de la Universidad de Barcelona, cuando habló de la "astucia de Dios", si no se hubiera parado en la edad moderna.

Tiempo

En general, pese a ser cuatro días enteros, para algunos con sus noches, la sensación general es que no hubo tiempo para nada. Manuel Cruz inició un bello excurso sobre la muerte de la Historia. Ramón Valls, consciente ya de que no podría decir todo lo que quería, se limitó a extractar el índice de un texto preparado a miles de kilómetros y a algunas semanas de aquel momento, aunque no renunció a leer las primeras líneas. Y aún sin tiempo, se las compuso para afirmar que una de las consecuencias históricas de la existencia de Dios era la esterilidad de nuevos conocimientos", para hablar de la diferencia entre la Filosofía y otros tipos de saber y para concluir su derecho a interrogar al creyente sobre las bases de sus afirmaciones, derecho, recordó, tantas veces puesto en duda, mientras que nadie parece cuestionar el que se supone a los creyentes para intentar imponer sus normas a los no creyentes.

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